Esto va a cambiar

Esto va a cambiar

{mosimage}Con este lema tan prometedor, pero a la vez tan ambiguo y falto de concreción, el Partido Popular ganó las pasadas elecciones municipales en Castelldefels. El dato objetivo es irrefutable. El PP obtuvo 5.400 votos, frente a los 5.114 del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Comparando esas cifras con las votaciones de 2007, los populares han ganado 2.031 votos en la ciudad; y los socialistas han perdido 230 papeletas de apoyo. Por tanto, una lectura alejada de la pasión ideológica y del forofismo partidista, podría servir para concluir que el pasado 22 de mayo lo que se vio en Castelldefels fue, no tanto un castigo a la formación hasta ahora mayoritaria, si no que más bien lo que se produjo fue un crecimiento espectacular en el número de simpatizantes de la ideología de centroderecha.

La lectura del cambio de alcalde en nuestra ciudad no se puede realizar únicamente en clave localista. La debacle socialista a nivel autonómico, tanto en Catalunya como en España, y la más que previsible derrota electoral en las próximas generales, han podido condicionar en buena medida el sentido del voto de muchos ciudadanos. Independientemente del discurso, del programa o del equipo electoral con el que algunos partidos se presentaban a la cita con las urnas; parece evidente que muchas personas han querido anticipar su papeleta de castigo a la gestión del gobierno central, aprovechando las pasadas elecciones locales.

Pero al margen de estas consideraciones, es evidente que en el juego democrático en el que nos encontramos, la alternancia acaba siendo una herramienta incluso de pureza del propio sistema. La ciudadanía apuesta en un momento determinado por un cambio de siglas al frente de un ejecutivo, y la población civil es sabia siempre en su elección. Pero a mí me gustaría ahora incidir en las formas, en las maneras, en el talante de nuestros nuevos gobernantes.

A los ciudadanos y ciudadanas de Castelldefels nos toca ahora ver en qué sentido se transforman esa letanía de promesas, a cual más jugosa, que los populares han ido extendiendo en estos últimos años por determinados barrios de la ciudad. Y digo bien, cuando incido en lo de “determinados barrios”. También estoy expectante por ver de qué manera Reyes y su equipo logran reducir la deuda del consistorio, cifrada en algo más de 50 millones de euros; cuando al mismo tiempo han ido pregonando la rebaja de impuestos y el aumento en la inversión de equipamientos urbanos. Esto es, más gasto al mismo tiempo que se reducen los ingresos. Hasta ahora el anterior gobierno municipal ya había ido reduciendo anualmente la deuda en los últimos ejercicios. El PP tendrá que demostrar que va a ser más eficaz en esa gestión. Y cuando lo consiga, algo que deseo de todo corazón, espero que Reyes y su equipo le trasladen a compañeros suyos de formación el secreto de su fórmula mágica. Alberto Ruiz Gallardón o Rita Barberá estarán ansiosos por aplicar la misma solución a la monumental deuda que tienen en sus arcas públicas. Un dato: el Ayuntamiento de Madrid es el consistorio más endeudado de España con 6.400 millones de euros en números rojos; y el de Valencia es el tercero en esta clasificación, con casi 900 millones de deuda. Ambos están desde tiempo inmemorial en manos populares.

En un momento difícil como el actual, con una coyuntura económica mundial en términos de sequía absoluta, estoy impaciente por saber cómo el nuevo gobierno local va a paralizar las obras de la promoción de vivienda protegida en el barrio de Canyars. ¿Cuánto dinero nos va a suponer esa paralización y la posterior indemnización que acarreará esta promesa electoral del PP? Otras dudas que me asaltan, aun a sabiendas de que tengo cuatro años por delante para ir descifrando, aluden a la manera en cómo se vaya a comportar el nuevo alcalde ante los más que previsibles recortes en inversiones por parte de la Generalitat en nuestro término municipal. La futura construcción del cuarto instituto de secundaria puede quedar paralizada en breve; y como el PP está dando su apoyo a CiU en el Parlament a esos Presupuestos autonómicos que nos pueden dejar sin equipamientos educativos como el ya señalado; espero que el hilo directo entre Reyes y Alicia Sánchez Camacho sirva para algo más que para lucir un mediático álbum de fotos cada vez que Mariano Rajoy visita nuestra ciudad.

En fin, que queda mucho trabajo por delante; que la mayoría de la población de Castelldefels está ansiosa por conocer el rumbo futuro de la ciudad y que las 140 promesas que el PP ha utilizado electoralmente en la última campaña van a formar parte activa de nuestra memoria durante los próximos años. Pues sí que es verdad, que esto va a cambiar. De hecho esto ya ha cambiado. Ahora a algunos les va a tocar construir. El tiempo de la demolición ya ha expirado para ellos.

benicoro@hotmail.com