Nostalgia

Nostalgia

{mosimage}Necesito escribir. Todavía no sé muy bien qué, pero necesito escribir. Es algo así como gritar aun sabiendo que nadie te escucha… Ahora, aunque siempre existe la esperanza de que, tal vez, algún día alguien abrirá este periódico y tú serás incapaz pero, repito, alguien, algún alguien escuchará tu voz de otra manera; la voz, sí eso es, la voz . Como siempre pero cada vez diferente, y a mí me gustaría, cuando escribo, que los lectores fueran capaces de hacerme oír la suya con la misma intensidad con la que yo les escucho todos los meses. Y siento una especie de nostalgia difícil de expresar que sólo soy capaz de mitigar si trato de inventar una nueva filosofía (digo nueva por no decir reciente) que figura en la letra de una ridícula canción de ahora cuyo texto me parece cursi como mínimo y mal interpretado pero no vulgar. Y lamento no recordar la identidad ahora de la música. Pero, en fin, probablemente también  resultará vulgar lo que estoy escribiendo ahora mismo. No me lo tengáis demasiado en cuenta. Con toda seguridad estoy algo deprimido pero si alguien cualquier día trata de perder el tiempo escribiendo mi biografía no podrá decir que, ni por un momento, mi vida haya sido una expresión de egoísmo, ni ha sido aburrida, ni haya resultado corta de argumentos y no haya estado compartida de mil maneras diferentes.

Pero basta ya de autobiografiarme. Una biografía, y mayormente si es propia, no es otra cosa que la reunión nostálgica de unos hechos, ya sin trascendencia, que nos comen y sobre los que no podemos hacer nada; son pasado y nada más. Rodearse de pasado a mí me da reparo. A mí me asusta porque pienso que no es cierta aquella consideración que afirma que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo que realmente evoca es la mayor juventud que, eso sí es cierto, en que cualquier tiempo pasado fuimos más jóvenes de cuerpo y alma, por encima de todo más inmaduros de alma, menos castigados, más inocentes y todo lo felices que presupone la ignorancia de las cosas, la inexperiencia y la fe todavía de creer en algo. Y en medio de esta oscura y amarga premonición, que por otra parte rejuvenece, me veo obligado a evocar escenas que no son de quienes no han nacido, para bien o para mal, paisajes que por otra parte han apagado ya la luz, el decorado y los personajes de esa extraña, sorprendente e inolvidablemente evocadora comedia de lo que fue en su momento tu destino, tu historia, tu vida, tu todo. A cuenta que era tu todo, y no lo fue, indudablemente tú sigues ahí, acompañada de nuevos actores aparentando lo que después no existió, se borró. O lo que es peor, sólo únicamente pareció borrarse lo que nunca fue escrito.

Ahora, en este momento tengo miedo de estar describiendo la vida, una vida probablemente la de cualquiera, ya reflejada por Shakespeare cuando se le ocurrió aquello tan sobado del ser o no ser. Y pienso que somos muchos los que posiblemente en este hoy incomprensible y, sin querer, y si nosotros, nosotros mismos, estamos escribiendo nuestro curioso  presente, fragmento de esa estúpida humanidad; estúpida, mayormente imbécil pero nuestra. ¡Y qué decir! Tal vez sea lo más oportuno. Con sus recuerdos y olvidos que de todo hay en la viña del Señor, porque a mí así me lo parece.

J.C.ALONSO DUAT