La calidad de vida de nuestros hijos será peor
{mosimage}Desde hace muchos siglos, en general, las generaciones posteriores han vivido con más comodidades y prestaciones que las anteriores. Según estudios recién publicados en Alemania, la actual generación de jóvenes, por primera vez en la historia de la humanidad, tendrá menos calidad de vida que la de sus padres. En nuestro entorno más inmediato, el problema no es menos grave. Nos enfrentamos a un problema estructural de primera magnitud en la lucha contra un desempleo que se ha instalado con toda crudeza en la economía española, y que puede provocar un proceso de desvertebración de gravísimas consecuencias en la estabilidad social. En nuestro país, el 43% de la población menor de 25 años que busca empleo no lo encuentra, lo que causa que más del 20% de los parados, es decir, en torno a un millón, tenga menos de 25 años.
Algo estamos haciendo mal. Recordemos que si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados, por lo tanto, es necesario un mayor esfuerzo en las políticas de incorporación de los jóvenes en el mercado de trabajo, que debería redundar en el conjunto de beneficios que contribuirían a la salida de la crisis de forma estable y socialmente equilibrada. Los beneficios, entre otros, serían los siguientes:
– Mejorar la renta disponible, el ahorro y la distribución de la renta de las familias.
– Reducir el gasto público destinado a mantener a jóvenes desempleados.
– Mejorar el clima social, reduciendo los problemas de exclusión social que se ciernen sobre este colectivo.
– Incrementar la autoestima y responsabilidad de los jóvenes aprovechando el gran potencial innovador circunstancial de la juventud.
Las posibles medidas para luchar contra el paro juvenil podrían ser las siguientes:
– Bonificación del 100% de las cuotas de Seguridad Social, para la contratación de jóvenes sin experiencia.
– Exención de cotizaciones sociales durante el primer o segundo año a aquellos que opten por el autoempleo.
– Articulación de mecanismos financieros para que puedan desarrollar una actividad empresarial o profesional.
– Simplificación de los requisitos de contratación o desempeño de una actividad por cuenta propia.
Lo que resulta indudable, en todo caso, es que los retornos financieros, fiscales y, especialmente, sociales que la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo producirá a medio plazo compensará, con creces, los costes a corto plazo que una política activa pública de compromiso con este colectivo pueda suponer.
Pere Picó Arguedas
Agente Bankinter – Castelldefels.