Verano muy caliente
{mosimage}Este mes fue muy caliente y no me refiero sólo al clima, sino a la economía mundial. Los mercados no tuvieron ni un día de vacaciones y la tónica de tensión hizo que la temperatura de la economía mundial alcanzase límites inesperados.
Sin duda, el acontecimiento más inédito fue la rebaja de la nota de los papeles de deuda de Estado Unidos (conocidos como “treasuries”), a principios de mes, por la agencia evaluadora de riesgo Standard & Poor´s pasando de la famosa triple AAA a una nota de AA+ (España es AA). Fue la primera vez en setenta años que dejan de ser evaluados como un país con riesgo cero de impagados, lo que a ellos llaman “default”. Con la pérdida de la primera A, se quiere alertar sobre la insostenibilidad técnica de la deuda del Tesoro americano que sobrepasa los catorce trillones de dólares.
Los que hemos vivido allí y conocemos un poco el pensamiento americano, sabemos que esta disminución alcanzó de lleno la autoestima de los americanos. Y, sobre todo, les dificultará la posibilidad de estimular la economía en el corto plazo. Ahora les costará más caro financiarse; se calcula que pagarán unos 100 billones de dólares más en intereses y no irán a educación, investigación, tecnología, infraestructuras…
Ahora bien, aunque provocase un terremoto en el mercado financiero global y crease pánico en las bolsas durante varias semanas, no nos engañemos: siguen siendo los títulos más líquidos y utilizados como refugio ante las tempestades financieras.
Las agencias de riesgo que fueron muy criticadas en 2008 no quieren volver a ser acusadas de omisión. A éstas se les atribuyó una negligencia al no detectar los activos subprime (sin garantía de devolución), entre otras faltas de alertas. Esta vez dicen que la actual ecuación entre ingresos y gastos públicos del gobierno federal no garantiza que la deuda sea honrada.
Sinceramente, la deuda sólo es una parte del problema. En Estados Unidos sigue creciendo el desempleo, los consumidores excesivamente endeudados no pueden gastar, las empresas no ven razones para crecer y el gobierno se encoge reduciendo su apoyo a la economía real. Una situación demasiado parecida a la nuestra. En definitiva, aunque los especialistas de Wall Street así como muchos bancos centrales apuestan por una tendencia fuerte a una recuperación eminente, todos estamos empeñados esperando a que este calvario financiero termine. La explicación a todo ello es bastante obvia; ellos aún no están en el camino de la recuperación y los mercados siguen ajustándose a una realidad de desaceleración constante de la economía mundial que es mucho más débil de lo deseado.
Como el impacto de la primera economía del mundo capitalista en el resto de países, incluido el nuestro, es manifiesta, deseo que consigan generar la confianza necesaria para reactivar la economía real, que aunque tiene como base la economía financiera y el arte político, es la que nos puede librar de una recesión.
Antonio Fdez Carracedo