Líquido versus sólido
{mosimage}Quizás en estos momentos de incertidumbres, de cambios y de crisis no sólo en lo económico sino también en lo social y político, corresponde analizar determinados comportamientos sociales.
Desde hace unas décadas se están imponiendo, en todos los ámbitos de nuestra vida, un tipo de relaciones breves, superficiales y transitorias que reciben el adjetivo de “líquidas”. Este tipo de relaciones líquidas devienen del concepto modernidad líquida: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen.”
Esta nueva realidad exige a las personas una gran flexibilidad y una compartimentación de intereses y afectos. Se tiene que estar siempre dispuesta a cambiar de táctica y a abandonar compromisos y lealtades. Las relaciones se miden constantemente en términos de costo y beneficio, y a muy corto plazo. La individualidad prima por encima de lo colectivo, aunque se barnice con una solidaridad físicamente lejana.
De ahí que observemos a nuestro alrededor individuos con comportamientos de ruptura inesperados, alianzas o amistades sorprendentes y declaraciones contradictorias en cortos espacios de tiempo. Y aunque este tipo de conductas se han producido en todas las épocas, – ejemplos no faltan en nuestro idioma: “donde dije digo, digo Diego”, “es un veleta”, “por el interés te quiero Andrés”- parece que ahora no está tan mal visto, incluso se justifica y casi elogia.
Y además genera una contradicción increíble cuando las amistades, los trabajos, los objetivos vitales, las políticas… son tan a corto plazo y en cambio tenemos las esperanza de vida más larga y una capacidad increíble de memoria, gracias a los dispositivos inventados. De manera que determinadas relaciones acabamos por vivirlas como peligrosas o tóxicas, por su precariedad y volatilidad.
Quizás deberíamos reflexionar en cómo nos reconvertirnos en personas más densas, generando complicidades duraderas, comprometidas y confiables. Seguro que ganaríamos en salud mental y ayudaríamos a conseguir una sociedad mejor.
Carme Sánchez Martín
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