Un film de Almodóvar

Un film de Almodóvar

{mosimage}El Cine de Pedro Almodóvar no engaña, es cine de Almodóvar, guste o no. De hecho, todas sus películas comienzan con un rótulo bien grande que reza “Un film de Almodóvar” y cuando se acaba la proyección, a uno no le queda ninguna duda de la autoría del producto.  “La piel que habito” no es una excepción y vuelve a lucir todos o casi todos los elementos significativos de su cine; también es verdad que aquí juega más con claves del thriller más clásico y que se pone más serio que nunca (más por la falta de humor que por la seriedad en sí) pero sigue siendo Almodóvar puro y duro, con todas sus consecuencias. La película vuelve a ser luminosa, colorista y nítida, el trabajo de José Luis Alcaine es impecable, como siempre, aunque (a mi gusto) la historia hubiese requerido un punto de negritud y suciedad, de densidad pastosa que hubiera potenciado esa locura que late en cada fotograma y en cada personaje. El dibujo de personajes vuelve a incidir en esos tipos al borde del precipicio (o directamente cayendo por él), con un pie en la locura o en la desesperación más absoluta; a la cabeza, una Elena Anaya y un Banderas tremendamente contenidos (especialmente el segundo) a los que, quizás, les falte un punto de ambigüedad más palpable y perturbadora y un lado oscuro con más presencia (yo casi hubiera optado por poner de protagonista a Eduard Fernández, que hubiera dado un punto más tenebroso y malsano); en este sentido, el personaje de Marisa Paredes me parece algo desprovechado y la historia que trae consigo se queda algo floja, casi como un remiendo añadido, parece más una excusa para introducir el personaje del “tigre-brasileño” que otra cosa (o quizás sea al revés, puede ser que “el tigre” sea la excusa para introducir lo otro). Por supuesto, no falta en la cinta ese punto de culebrón que aporta el personaje de Mariela (Marisa Paredes), esas situaciones y giros de guión tan rocambolescos, inauditos y delirantes que hacen caminar a la historia por el peligroso borde de lo sublime por un lado y lo ridículo e increíble por el otro; y hay también alguna nota de humor (pocas) como la del cameo del hermano del director (productor, como sabéis) y su chiste a costa de la desaparición de su mujer.

Creo que “La piel que habito” dejará bastante satisfechos a los amantes del cine de Almodóvar, y que también habrá quien no entre en el juego de sumisiones, venganzas y locuras que nos ofrece; hay en la película (como en todas las del manchego) elementos, desarrollos y evoluciones que hay que aceptar sin más, de lo contrario, si el espectador no entra en el juego que se propone, la película puede resultar artificiosa, autocomplaciente, pretenciosa o simplemente inaceptable; yo sigo pensando que Almodóvar es un verdadero artista en hacernos comulgar con ruedas de molino, en vendernos cosas absolutamente increíbles, pero que nos lo plantea de tal manera que terminamos (me parece que somos muchos) aceptando pulpo como animal de compañía.

A mí el film me tuvo entretenido e intrigado, y he de reconocer que disfruté con la oferta algo más que con sus últimas obras. Me hubiera gustado algo más de ruido y algo más de negrura y cinismo, pero en general me parece un film muy en la línea de su director, impecablemente realizado (quizás demasiado impecable) y aunque quiere moverse en terrenos diferentes, no deja de ser “un film de Almodóvar”.

Por cierto, una vez vista se agradece enormemente que nadie te haya desvelado su trama; es una de esas películas que se disfruta más cuanto menor es la información previa que de ella tienes. Si usted no es uno de esos muchos miles de personas que ya han pasado por taquilla y tiene intención de verla, no deje que nadie se la estropee y coméntela después de visionarla.