La adaptación al cambio

La adaptación al cambio

{mosimage}Inicio de curso y cambios
Los primeros meses después de la época estival implican para la mayoría de niños, adolescentes y jóvenes cambios bruscos en su panorama habitual.
El primer cambio es sobre todo para los más pequeños, los que se inician en el mundo escolar: la separación del núcleo familiar, dejar de estar en casa con mamá o papá para ir a un espacio nuevo, estructurado bajo otras normas y con otros referentes adultos que no son la familia. La siguiente novedad son los otros, los iguales, los compañeros; niños que también se hallan en el mismo proceso de cambio.
Los niños no tan pequeños se encuentran también con nuevas expectativas sobre todo aquello que han de conseguir durante el nuevo curso y surgen las dudas sobre si podrán o no alcanzar los objetivos marcados para ellos.
En el caso de los adolescentes y jóvenes, quizás lo que más preocupa son los nuevos compañeros y la aceptación social que, en ocasiones, pasa por tener que demostrar que son mejores, más guapos, más competentes, más fuertes…

El enfoque del cambio
Detrás de la preocupación de los hijos está  (cómo no) la preocupación de los padres, porque éstos también tienen miedo a los cambios, a que su hijo sufra, a que no se adapte, a que pegue, a que le peguen… ,y en cuanto a miedos se refiere, la lista es interminable.
Los mecanismos del miedo nos hacen ver un gran peligro en los procesos de cambio, surge la desconfianza, la duda de nuestra valía y el fracaso anticipado.
Así, al miedo o preocupación del niño hay que añadir el miedo, a veces no tan evidente, de los padres, pero que es percibido por los hijos igualmente.

Los cambios en general deben ser valorados como una oportunidad para hacer aquello que todavía no hemos hecho, para mejorar y para poner en marcha nuestros recursos. El cambio nos permite evolucionar y pensar de formas diferentes.

Si podemos ver toda esta perspectiva del cambio, nos daremos cuenta de que la persona que mejor acepta los cambios es aquella que se capacita a sí misma para conseguir nuevos retos continuamente, que amplía su aprendizaje tras cada cambio y que no tiene límites prefijados, preparada para lo que el futuro pueda depararle.
En el lado opuesto, las personas cerradas a cambiar sufren constantemente con el menor contratiempo, se desestructuran rápidamente y se incapacitan por miedo a  equivocarse.
Todas las personas en contacto con niños y adolescentes, tanto padres, educadores y otros profesionales, deben saber orientar cuando la sensibilidad del cambio aparece; planteando todas las ventajas que ofrece la nueva posibilidad que se propone, dando confianza a la persona susceptible del  cambio y valorando los éxitos conseguidos que alimentarán los cambios venideros. La predisposición al cambio hace que éste sea un éxito, pues la actitud de adaptarnos a las nuevas propuestas las hace más accesibles.

EL MIEDO A LO CONOCIDO ACABA CUANDO SE CONOCE.

Isabel Real