Esopo
{mosimage}Después del resultado electoral que ha producido la alternancia del partido en el poder, de la crisis económica, del paro y de la prima de riesgo de la deuda española que está provocando pagar unos intereses superiores al 5% parece que lo conveniente es hablar de política y economía. De todos modos, yo no me voy a salir del guión y voy a seguir con la cultura, en este caso hablando del fabulista griego Esopo. Éste vivió en el siglo VI a. de C. y se dice que fue un esclavo negro de un ciudadano de Samos y que era procedente de Frigia (en la actual Turquía). Poco se sabe de su vida, viajó por Egipto, Babilonia y Delfos, y murió acusado de robo y condenado a morir arrojado por un precipicio. Esopo recoge una tradición literaria, la de la fábula, que se remonta al II milenio. Es el cristalizador del género que ya había sintetizado las fábulas griegas y orientales (India y Mesopotamia). La fábula esópica es en prosa, abandona el verso que sería reutilizado en el siglo XVIII por La Fontaine, Iriarte y Samaniego. La fábula se distingue de los demás géneros por su carácter didáctico y moralizante, por su brevedad y por sus protagonistas, que son animales (aunque algunas veces aparecen pastores, labradores y dioses). El hecho de que aparezcan animales como el león, el camello, el elefante, etc. nos indica claramente la procedencia oriental de muchas de ellas.
En resumen, la fábula es la expresión de una máxima de conducta ejemplificada por medio de una historia breve. Como no puedo reproducir las fábulas enteras (se atribuyen a Esopo 183), pondré el título de la fábula y la moraleja final de las que me han parecido más interesantes.
El hombre y la culebra: “Esta fábula muestra que los ingratos y malos, mientras más beneficios reciben, más se animan a hacer mal a quien se los hace”.
El águila, el caracol y la corneja: “No conviene dar crédito a cualquiera, y se debe examinar el consejo que da otro…”.
El ladrón y el perro: “El que no tiene prudencia, abandona lo mucho por lo poco. Los beneficios de los malos son siempre sospechosos”.
El cazador y el perro: “Esta fábula muestra que el que fue bueno y virtuoso en la juventud, no debe ser menospreciado en la vejez”.
El labrador y la culebra: “Esta fábula demuestra que mientras dura la memoria de las injurias, es casi imposible desvanecer los odios”.
La zorra y el lobo: “Perversa cosa es la envidia, pues casi siempre es tan fatal para el envidiado como para el envidioso”.
La zorra y las uvas: “Da a entender está fábula que a veces se manifiesta no apetecer lo que se ve imposible de conseguir”.
El lobo y el asno: “Muchas veces pone en peligro al poderoso el mismo desprecio que hace del débil”.
El viejo y sus hijos: ”Enseña esta fábula que la unión hace fuertes a los débiles y que la división hace débiles a los fuertes”.
Y para acabar, La raposa y el lobo: “El necio piensa que todo lo sabe; y el presuntuoso suele pagar cara su presunción. Nadie se debe jactar de saber mucho, ni despreciar a sus maestros”.
Un poco de reflexión es muy positivo en tiempos de crisis.