La salud es un derecho, no un negocio
{mosimage}Este año he celebrado el día de la salud unas semanas antes de lo habitual. Generalmente, lo suelo celebrar como el resto de los mortales, el día 22 de diciembre cuando compruebo que no he sido agraciada con ningún premio gordo de la lotería de Navidad. Pero, este año, llegó con una llamada en mi móvil. Una voz femenina y amable me indicaba que tenía día y hora programada para una intervención quirúrgica que esperaba desde hacía bastantes meses.
Dado el ambiente de recortes, de huelgas convocadas y de agitación en el ámbito sanitario que estamos viviendo últimamente, decidí desde el día de la llamada, vivir estos días no sólo como paciente, que por cierto tiene relación con palabra paciencia, sino también como observadora del sistema público de salud.
Si bien es cierto que los y las profesionales de la salud tienden a considerar al paciente como la parte más pasiva del sistema de salud, en esta última experiencia, cuando he hecho valer mi parecer en algunos aspectos, tanto antes de la intervención quirúrgica como después, ha sido considerado. La atención recibida ha sido muy profesional y por la mayoría de las enfermeras afable. Respecto a lo que llaman hostelería, la comida ha sido correcta, la habitación pequeña y sin vistas como hospital antiguo que es el Clínico.
Al darme el alta, esperaba una factura aleccionadora, para que tomara conciencia del coste de mi paso por el hospital, pero no me la facilitaron por lo que no sé a cuánto debe ascender el importe total.
Además, en estos días de convalecencia, una serie estadounidense me recordaba la angustia que pasan muchos ciudadanos de los EEUU cuando sus seguros médicos no les cubren determinadas prácticas médicas en un sistema sanitario de corte liberal.
Y la conclusión de este “día particular de la salud”: tenemos un buen sistema de salud pública y unos buenos profesionales que procuran que muchas limitaciones,producto de los recortes presupuestarios, sean más llevaderas. Lo más negativo de la vivencia han sido los meses de espera y la incertidumbre de no saber la fecha aproximada de intervención porque como me comentó uno de los médicos “tenemos asignadas menos horas de quirófano y por tanto menos posibilidades de operarte”. También quiero destacar la importancia de una buena cobertura social que me permite unos días de reposo para poder recuperarme.
Y un ruego: quiero seguir siendo paciente y no cliente, porque la salud es un derecho y no un negocio. Y espero que siga siendo así a pesar de la crisis y de la codicia de algunos.