La dignidad de la política
{mosimage}Sí, lo sé, hoy nadie habla de los viejos luchadores por la democracia, casi está mal visto hacerlo y palabras como solidaridad, dignidad o libertad, están en el olvido, cuando no pervertidas por falsos profetas disgregadores que basan sus discursos en populismo y medias verdades, los cuales recogen el descontento y el miedo que, otros como ellos, han inculcado en la sociedad. Qué triste es que los pueblos olviden esas personas que sufrieron años de prisión, cuando no perdieron la vida, por defender las libertades y hayamos acabado en manos de los mediocres, de los mercaderes, de los aventureros y de los oportunistas y no hablo sólo de nuestro país. Hubo un tiempo, no tan lejano, en que había individuos radicalmente éticos que se dedicaban a la política, como lo hizo Miguel. En esto pensaba el 7 de noviembre pasado, cuando asistía al homenaje a Miguel Núñez en L’Auditori de Barcelona. Hablaron Santiago Carrillo, Manel Camp, Jordi Pujol, Eulàlia Vintró, Isidor Boix, Pasqual Maragall, María del Mar Bonet… Personas diversas que, junto a los más de 500 asistentes, le recordamos. Personalmente, tuve el privilegio de conocer a Elena, su viuda y tras el acto, compartimos recuerdos de amigos comunes, viejos luchadores olvidados.
Estoy seguro de que a la inmensa mayoría de los lectores apenas le sonará el nombre de la persona que hablo. Cosa por otro lado, nada raro. Ahora prima la inmediatez y la telegenia. Fuera de esos parámetros, no hay vida. Qué necesaria se hace hoy recuperar “la dignidad de la política”, nombre del lema del acto convocado en su recuerdo.
Miguel Núñez, nació en el barrio madrileño de Lavapiés y fue hasta su muerte, un gran defensor de Cataluña. En 1936 participó en la creación de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que se estaban organizando para colaborar en la defensa de Madrid. Combatió inicialmente en el batallón de Milicianos de la Cultura. Al final de la guerra, participó en los primeros intentos de reorganizar la JSU en la clandestinidad. Fue detenido y condenado a muerte, condena que le sería conmutada posteriormente por doce años de prisión. En el penal de Ocaña, coincidió con Miguel Hernández. Después de salir de la prisión, continuó con su militancia comunista como responsable político en la guerrilla de Cataluña. Se trasladó a Francia desde 1949 hasta que regresó clandestinamente a España en 1953.
En 1958 es detenido en Barcelona y torturado. Fue juzgado en tres consejos de guerra sucesivos y condenado a cincuenta y cinco años de prisión, que cumpliría en el penal de Burgos. Tras salir del penal en el año 1967, se reincorpora a la dirección del PSUC como responsable político en la ciudad de Barcelona y miembro del Comité Ejecutivo.
Ya en democracia, fue Diputado en las Cortes desde 1978 a 1982.
En 1986 tras un primer viaje a Nicaragua, creó la ONG Acsur-Las Segovias .
El Ayuntamiento de Barcelona le concedió en 1998 la Medalla de Honor de Barcelona y en el 2004 le fue otorgada la Creu de Sant Jordi por la Generalitat.
Murió el 12 de noviembre de 2008 en Barcelona, a los 88 años de edad, como consecuencia de un enfisema pulmonar.
Un deseo ferviente: que 2012 nos sea propicio.