¿Por qué?

¿Por qué?

{mosimage}Hace unos días, pocas horas después de que el Barça volviera a arrollar una vez más al Real Madrid en el Bernabéu, paseando por las calles de Castelldefels, una vecina me asaltó con la siguiente pregunta: “¿Por qué eres del Real Madrid si tú hablas catalán?”. Mi respuesta fue: “No solo hablo catalán, si no que soy catalán”. La mujer no podía salir de su asombro: “Pues todavía lo entiendo menos”. Mi contraataque: “Señora, aquí radica la riqueza que tenemos en Catalunya, y que algunos quieren obviar. Esta es una tierra llena de gente muy diversa, muy diferente”. La mujer siguió con sus pesquisas, y tratando de analizar el origen de mi supuesta tara personal, creyó dar con la clave: “Ah, es que tus padres no son de aquí, no deben de ser catalanes”. En esta lógica aldeana, que necesita trazar fronteras para darle sentido a su existencia, que necesita distribuir a las personas en compartimentos cerrados para sentirse ellos especiales, esa era la única razón que le daba sentido a mis preferencias futbolísticas. O sea que mis padres, que llevan cincuenta años trabajando, criando a sus hijos y ahora a sus nietos en Catalunya, “no son de aquí”.

Esta mujer mezcló en pocos segundos el Barça con Catalunya, la lengua con el gusto futbolístico por unos colores; trazó la existencia de varias categorías de habitantes en Catalunya, imagino que basándose en un pedigrí –como si de bestias de cuatro patas se tratara. A más uso de idioma catalán, más categoría; cuánto más amor se le profesa a Messi y Keita –por cierto, catalanes de pura cepa- más peso del gen catalán en tu ADN. Lo llamativo del caso es que esta es una realidad muy extendida en nuestros días, en esta tierra en la que yo nací, y a la que quiero tanto como a mi otra tierra de sentimiento, que es Extremadura. Hay gente que se ha envuelto en una bandera, en un himno, en una iconografía propia, no para crecer y desarrollarse más si cabe. No. Aquí lo que algunos pretenden es cavar una trinchera cada vez más profunda, y tener los pies cada vez más lejos de la tierra que pisa el que es diferente a nosotros.

En una reciente visita a Euskadi tuve la oportunidad de conocer en persona a Patxi López. El dirigente socialista lleva ya dos años al frente del gobierno en el País Vasco, y ahora ya todo el mundo se dirige a él llamándole “lehendakari”. Es que durante muchos meses, después de haber tomado posesión, los abertzales, los nacionalistas más radicales, se negaban a llamarle así. Sus apellidos, López Álvarez, no merecían quizá tal trato de distinción. A Ibarretxe, Ardanza y Garaikoetxea nadie les discutió su ciudadanía de primera. ¿Por qué tanto paleto, a uno y a otro lado de la orilla ideológica? ¿Por qué?.

Twitter: @goyobenitez