Las palabras importan
{mosimage}Siempre me han atraído más las palabras que los números. Y aunque nunca me planteé como profesión ser filóloga, me reconozco en la definición literal de la palabra “filología”: amor o interés por las palabras.
Supongo que ese interés por las palabras me empuja siempre a buscar mentalmente o en el diccionario, la palabra que mejor encaja en una frase o párrafo para explicar con exactitud lo que quiero expresar. Aunque, a veces, me suceda justo lo contrario: que me faltan palabras para escribir o hablar.
Por eso me parece relevante traer a colación en el artículo de este mes, algunos ejemplos muy actuales sobre lo importante que es utilizar unas palabras y no otras para definir determinados hechos, acciones o situaciones.
No es casual que en sus primeras declaraciones como ministra de Sanidad para condenar el asesinato de Yulia a manos de su pareja, utilizara las palabras “violencia doméstica” en lugar de “violencia de género o violencia machista”. Fue todo un posicionamiento ideológico para comenzar a diluir el concepto insistiendo en el sitio donde se produce, en lugar de hacer referencia directa a las causas.
Tampoco es baladí que el actual gobierno chileno haya cambiado en los textos escolares la denominación del período de Augusto Pinochet de “dictadura” a “régimen militar”. Es una manera de generalizar y, por lo tanto, suavizar, la denominación de una terrible época de la historia chilena.
Otro de los casos en los que las palabras utilizadas también tienen su aquel, es en la denominación de “matrimonio”. Para algunos colectivos y también para determinados partidos, como por ejemplo el PP, la palabra en sí parece ser tan importante y restrictiva que no puede utilizarse para definir a la unión civil entre personas del mismo sexo, llegando a explicar para justificarse que no están en contra de un trato idéntico entre homosexuales y heterosexuales pero "con distinto nombre", o a realizar unas hilarantes declaraciones sobre peras y manzanas.
Pues eso, que no da igual cómo llamemos a las cosas. Las palabras importan y hay que buscar las más precisas y las que mejor definan lo que queremos nombrar.