Felipe Sérvulo presentó “La niña de la colina”

Felipe Sérvulo nos presentó a su “niña”

Felipe Sérvulo nos presentó a su “niña”, que es también la nuestra. Presentación “La niña de la colina” 13/01/2012. Casa del Libro, Rambla Cataluña, 37 Barcelona.

La enorme sala en la que Felipe Sérvulo, vecino de Castelldefels, nos presentaba su último poemario se quedó pequeña por la cantidad de público que asistió al acto. Como es lógico, buena parte de los asistentes era de Castelldefels, y hay que decir que se respiraba un ambiente de gran compañerismo y amistad. Siempre es una buena noticia la presentación de un libro y, en este caso, por partida doble ya que también se estrenaba, con el poemario de Felipe, la Editorial In-VERSO. A continuación, publicamos el discurso de nuestro afamado poeta y amigo.

{mosimage}Cuando Ángel González publicó “Otoño y otras luces” en 2001, habían pasado 10 años de su anterior libro. Un periodista le preguntó por qué había tardado tanto en publicar, a lo que el poeta le respondió que “no había tenido nada que decir”.

Mi anterior poemario “Cartografía de la materia”, fue publicado en 2005 por la Diputación Provincial de Jaén, han pasado 7 años y yo sí tenía cosas que decir, pero no con las condiciones que querían imponerme las editoriales. He preferido refugiarme en los blogs de internet, los cuales me han dado nuevos horizontes, nuevos lectores, nuevos amigos y, lo más importante, me ha evitado la tiranía de ciertos editores.

He tenido la paciencia, algo inusual en mi, de esperar para publicar con unas condiciones dignas y eso me lo ha dado in-VERSO.

“La niña de la colina” es, como anteriores poemarios míos, una incursión a la nostalgia, no entiendo otra forma de vivir la poesía, sino sumergiéndome en recuerdos, que el tiempo ha hecho hermosos.
La “niña”, es ese ser que todos llevamos dentro, son nuestras íntimas fantasías, que alguna vez toman forma  y vienen a nosotros.

¿Y la colina?
La colina es Tara, la residencia de los reyes de Irlanda. un lugar sagrado e ideal. Y en Tara – en otra Tara distinta y lejana – está Vivien Leigh. La pobre niña, en su extravío, quiere vivir en ambas.

Pero los reyes, Vivien Leigh, Escarlata O’Hara, la niña…, funden sus vidas con los sueños y, aunque hace mucho marcharon, no han muerto, porque viven en nuestro recuerdo. Y es que las leyendas, las ilusiones…, nunca se las lleva el viento.

Pienso que en estos tiempos que corren, juntarnos alrededor de un libro de poesía, es, casi, un acto de rebeldía en ésta época, donde cada vez hay menos ternura.

Gracias, al maestro Enrique Badosa, a quien tanto debo, a quien tanto admiro. Gracias, a mi incondicional amiga Pura Salceda, que siempre está ahí. A Amalia Sanchís, por emprender esta nueva singladura y escogerme como primer navegante de una idea que surgió, felizmente, en Vilapoética el año pasado, ese festival de ensueño que tanto esfuerzo y cariño le puso  Noemí Trujillo. Noemí, con quien comparto tantas complicidades.

Gracias también, a mis compañeras Eva Hibernia, a Pepa Ortiz. También a Alfonso Levy,  a quienes he pedido que pongan voz a mis poemas. Ellas y él, amigas, amigo, seguro, le pondrán todo su cariño y profesionalidad.

{mosimage}Gracias, cómo no, a mi familia y amigos de Castelldefels, con quien comparto tantas vivencias y con quien lucho para que no se convierta nuestro pueblo en una ciudad subsidiaria de Barcelona.

Y gracias especiales, a mis compañeros de tertulia, de los cuales siempre recibo más que lo yo puedo darle.

Si, porque en nuestro colectivo, convivimos personas que escribimos y compartimos sentimientos.
Concebimos la literatura de manera festiva y entendemos que la poesía si no emociona, si no divierte, no tiene razón de ser, por mucho oficio y artificio que le acompañe en su andadura. Por esa comunión, vivimos tantas tardes en el laberinto de los sueños.

En ese laberinto, en donde nos perdemos irremediablemente y nunca buscamos la salida.
En donde somos deudores de tantas voces que nos precedieron. En donde nos preguntamos cada tarde, por qué la poesía nos ha elegido precisamente a nosotros.

Por qué los sentimientos, los recuerdos, los atardeceres, el color de unos ojos… no se borran y perduran más allá del mero encuentro.

Por qué se adhieren a nuestra piel…

Tal vez, porque nosotros:

Tenemos  dentro
pequeñas constelaciones que nos rigen;
un orden de planetas y asteroides
y un dios tenaz y oculto
que nos presta la belleza.

Gracias a todos, de corazón, por venir.