La poesía es un fondo de agua marina
{mosimage}Hasta ahora mi concepto de la poesía era en exceso transcendente. La poesía tenía que emocionar, sorprender, transportarte a lugares donde los sentimientos se adueñaran de ti. Todo poeta que no conmoviera, no merecía la pena ser leído (según mi opinión). Tenía “que darte un puñetazo en el estómago” para ser tenido en cuenta.
Desde siempre he desdeñado, por ejemplo, la poesía satírica y mira que ha habido grandes genios que la han practicado, citaré, para referirme sólo en castellano, a Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Góngora… Tal vez porque he sido y soy un deplorable lector y durante mi formación académica me he encontrado con pésimos profesores de literatura. Ha sido mi acontecer el que me ha hecho inclinarme hacia un determinado tipo de poesía sin apenas criterio y guiándome sólo por mi instinto.
Pero he aquí que hace un par de meses, mi amiga Amelia Romero, editora del Bardo (una de las mejores editoriales de poesía de España), me regaló un libro de Santiago Montobbio. Santiago, hasta ese momento, era para mi un perfecto desconocido, pero la lectura de su libro me sirvió para ensanchar percepciones. Comprobé que la poesía, además de emocionar como también emociona nuestro poeta, podía ser divertida, recorrer caminos intermedios que, por momentos, invaden el micrrorelato. Por momentos se vuelve surrealista, complejo y, también, sencillo, irónico y, sobre todo, original. Siempre con ese trasfondo que no debe perder de vista el poeta: la naturalidad de lenguaje y el sentimiento. Santiago abre ventanas a la expresión. Señala caminos no transitados.
Dice como declaración de intenciones:
“LOS POEMAS ESTÁN TRISTES / bajo el adiós / que siempre dicen. Los poemas / no pueden ser de otro modo / y cifran el recodo último / en que vivir a sí se enfrentan/. Los poemas no se gustan, no complacen. / Pero me encuentran, me buscan y me dicen. / Los poemas no son disciplinados niños / que sigan preceptivas o recetas. Los poemas, / si son buenos, se sorprenden a sí mismos. / Los poemas están tristes y muchas veces no se gustan / pero en su destino está el ser únicos, definitivos. / En los poemas me congrego y cifro / desde el último fondo de mi mismo./ En ellos es vivir siempre en el abismo.
(Santiago Montobbio “La poesía es un fondo de aguamarina”. El Bardo, Barcelona, 2011). Poemario altamente recomendable.
Felipe Sérvulo
fservulo@hotmail.com