Hacer una película
{mosimage}Hacer una película es, primero, un ejercicio de pensamiento, después otro de escritura y, finalmente, un trabajo de equipo.
Hay películas que son, básicamente, un buen pensamiento: alguien tiene una buena/excelente idea, la escribe en un papel y la presenta a un productor que pone en marcha la maquinaria necesaria para llevar a cabo el proyecto. Me parece que los yanquis le llaman a eso (a lo escrito en un papel) “high spirit” y en la industria hollywoodiense es más habitual de lo que parece; el mercado y los centros comerciales están llenos de films que tienen un gran planteamiento inicial pero que finalmente se quedan en nada, desaprovechan las opciones o, simplemente, vuelven a caminos tristemente trillados. Miro la cartelera que hay en el momento de escribir estas líneas y encuentro algunos ejemplos: “La pesca del salmón en Yemen” “Soul surfer” “Todos los días de mi vida”…, y alguna más pueden servir como ejemplo de buenas ideas que al final, por razones varias, se quedan en agua de borrajas; algunas no se trabajan lo suficiente el guión y prefieren dejarse todo el esfuerzo en los efectos y/o la parafernalia de ruido, otras no son lo suficientemente atrevidas y vuelven al terreno fácil y resultón; otras, directamente, eran simplemente una idea tras la cual no se genera ningún otro tipo de creatividad…
Hay otras, sin embargo, que arrancan de una idea ya conocida, de un planteamiento ya visto, pero luego le otorgan al producto un valor personal, diferente, que las convierten en producciones únicas. Unas veces es la personalidad del autor, otras el cambio de punto de vista, otras un nuevo planteamiento formal… Un ejemplo: “The artist”, una película que ya hemos visto pero que combina elementos novedosos (blanco y negro, intertítulos, banda sonora…) para inventarse a sí misma y aparecer ante nuestros ojos como un producto nuevo.
Para fortuna de cinéfilos y otros amantes del cine, también las hay que están bien escritas, películas pensadas en todo su detalle y que no olvidan ni trama, ni personajes (por secundarios que sean) ni ambientación, ni diálogos, ni estructura…. en fin ese conjunto de cosas que hacen que un film (para un libro también valdría) sea un buen film. De estas la cartelera también tiene unas cuantas: títulos como “Chronicle”, “Drive”, “Grupo7”, “Intocable”, “La invención de Hugo” o “Los idus de marzo”, por poner algunos ejemplos, te reconcilian con el séptimo arte y te recuerdan que cada film es un mundo, que cada mundo tiene una historia y cada historia puede llegarte al alma, al estómago, a las tripas o al cerebro.
En estos momentos en los que se estrena un film como “La sombra de la traición”, producto de desecho repudiado en Estados Unidos a las estanterías de los videofilms y que aquí nos vamos a tragar como nos tragamos tantos productos basura (y no hablo sólo de cine en este caso), me apena ver que hay un buen paquete de películas interesantes, bien pensadas, bien escritas, bien realizadas pero mal vendidas que apenas tendrán porcentaje de la raquítica recaudación de cada semana. Así es que yo, por mi parte, me iré a ver “Profesor Lazhar” que tiene una pinta excelente, trata un tema que me interesa e intuyo que lo hace desde la inteligencia y el corazón, no desde el bolsillo. La próxima les cuento.
Fernando Lorza