Cine y educación

Cine y educación

{mosimage}Hay temas en el cine que no son de fácil tratamiento y que, teniendo un gran potencial para generar historias, nunca proliferan films sobre ellos y, difícilmente llegan a formar un género (o subgénero) aunque tengan todos los elementos para serlo. Uno de estos temas es la educación. Y es que supongo que para hablar de ello se necesita un conocimiento bastante profundo de los múltiples y complejos factores que se dan en un proceso educativo; y que es difícil hacer que la historia a contar sea lo suficientemente cinematográfica sin perder el aura de veracidad que requiere. Pienso en la películas que han tratado el asunto con maestría y pienso en Truffaut, en Louis Malle, en el Laurent Cantent de “La clase” o el Bertrand Tavernier de “Hoy empieza todo” (todos franceses si se fijan). A esta pequeña lista de referentes yo añadiría dos títulos actualmente en cartelera: “Profesor Lazhar” y “Els nens salvatges”.

“Profesor Lazhar”, de Philippe Falardeau, es una película canadiense (lado francófono, no podía ser de otra manera) en la que la educación es el tema que engloba a otros tan vitales como la muerte, la diferencia, la aceptación del otro, el exilio, la soledad… Una película que conmueve sin necesidad de melodramas ni estridencias, que dibuja con trazo suave y mano firme unos personajes reales, vivos, enfrentados a las pequeñas/grandes tragedias cotidianas y que intentan sacar adelante su humanidad como lo haríamos cualquiera de nosotros. El film está lleno de grandes momentos, de esos que se cuelan casi sin notarlos y que dejan un poso intenso, magnífico. Unos apuntes sobre algunos de esos momentos:
– Cuando Lazhar cuenta su historia ante el tribunal que lo ha de declarar o no asilado político, en el momento más emotivo, la cámara no se acerca al personaje sino que se coloca tras él, lo vemos desde atrás, intuimos su pena y la situación nos sacude sin que aflore el drama, quedándose dentro, sin posibilidad de ponerse melodramático pero con una profundidad inusual ya que es el espectador, tanto o más que el personaje, quien padece la situación descrita.

– Alice, la niña protagonista, escribe una redacción en la que afronta con gran madurez la muerte con la que se abre la película y plantea en ella algunas de las grandes contradicciones de una sociedad violenta. Lo que en otras obras se convierte en catarsis aquí es el inicio de un proceso marcado por una mirada infantil crítica, demoledora.
– Lazhar tiene siempre una actitud rígida, a medio camino entre el miedo, la inseguridad y la timidez; podríamos calificarlo de primitivo y algo torpe. Pero en la escena de la fiesta, creyéndose solo, baila una melodía turca y lo descubrimos elegante, rítmico, flexible y plástico. Al Lazhar que hay  bajo el abrigo gris lo conoceremos poco a poco, pero nunca del todo.
– Simon, el pequeño que descubre el cadáver, se comporta de manera agresiva e irracional, no es el mismo. En la escena que llora, Lazhar lo abraza, nosotros también queremos abrazarlo, para consolarlo únicamente porque no resolveremos el problema, sólo aspiramos a mitigarlo, es la vida.
Una película deliciosa, bien escrita, realizada con pasión e interpretada por un Mohamed Fellag y unos niños en estado de gracia (no perderse la versión original, imposible un doblaje capaz de sustituir una labor tan impresionante).

Por otro lado, en “Els nens salvatges” de Patricia Ferreira la educación es uno de los elementos que se colocan detrás de tres adolescentes en cierto modo problemáticos. La película de Ferreira nos habla, sobre todo, de su rabia y lo hace colocándose a su lado y mirándolos con cariño pero sin ser condescendiente; una rabia que la directora pretende (creo que lo consigue) que entendamos. No se trata de justificarlos sino de entender que son consecuencia de sus situaciones: personales, familiares, sociales, económicas… “Els nens salvatges” es un film ágil, en cierto modo intrigante, poderosamente veraz y en el punto justo de distanciamiento de sus personajes: cerca para entender y lejos para analizar. Una película llena de guiños, de propuestas y de planteamientos; un film para ver, disfrutar y pensar, casi nada en los tiempos que corren.

Fernando Lorza