Porno para mamás

Porno para mamás

{mosimage}Reconozco que el título llama la atención y merece una explicación que quizás rebajará un poco las expectativas iniciales. A mí también me sorprendió cuando hace unos meses comencé a leerlo en algunas noticias.

Bajo la etiqueta “porno para mamás” se están incluyendo novelas publicadas recientemente, en principio dirigidas a mujeres y que, según se comenta en la “publicidad”, traspasan el erotismo para describir sexo explícito.

Se está escribiendo que es un nuevo fenómeno editorial y no deja de sorprenderme. Tanta euforia marquetiniana no sé si es producto del intento de buscar desesperadamente alternativas a la maldita crisis que lo invade todo, o a la amnesia de muchos periodistas y editores.

Literatura erótica subida de tono ha existido siempre y nos podemos remontar al 1928 cuando David Herbert Lawrence publicó El amante de Lady Chatterley, o a finales del siglo XVIII con Justina o los infortunios de la virtud del Marqués de Sade.

Y en nuestro país no podemos ningunear títulos tan importantes como Las edades de Lulú de Almudena Grandes, Alevosías de Ana Rosetti o Ligeros libertinajes sabáticos de Mercedes Abad; novelas todas ganadoras del premio “Sonrisa Vertical” que fue creado por la Editorial Tusquets en plena transición política y que se suspendió en 2006 según sus organizadores, porque "la expresión literaria del erotismo ha ido gradualmente asimilándose a la narrativa general y se ha integrado, de un modo natural, en colecciones literarias no acotadas específicamente al género erótico”.

De todas maneras, la colección “La Sonrisa Vertical” sigue en vigor e incluye 149 títulos de autores como Marguerite Duras, Eduardo Mendicutti, Mario Vargas Llosa…, por lo que parece algo excesivo este boom literario actual denominado “porno para mamás”.

Es cierto que determinados géneros, como la literatura erótica y también la romántica, se han considerado de segunda e incluso continúan siendo denostadas por ciertos círculos más cultos. Pero quizás el hecho de que a muchas mujeres, y también a algunos hombres, ya no les importe ir en el transporte público leyendo este tipo de títulos y también porque los dispositivos electrónicos y la compra por Internet hace más discreta su lectura, no sólo se publicitan sino que también se venden.