El derecho a opinar
{mosimage}Un mal director hace una película que pretende ser divertida, pero el personaje central de la misma es Mahoma. La película corre por la red cual reguero de pólvora y muchos musulmanes del mundo se enfandan, se manifiestan, queman banderas y proclaman la búsqueda y captura, para asesinarlo, del autor de la obra cinematográfica, incluso se ofrece una recompensa de 100 mil dólares por el hecho y poder bañarlo en oro.
A continuación, una revista francesa, apelando a su derecho a opinar e informar edita caricaturas del profeta, aunque tras esta publicación parece que primaba el sacar provecho mediático, dado que sus ejemplares se agotaron enseguida, aunque al director se le haya tenido que poner escolta.
Un chico en facebook se proclama independentista catalán y entre sus frases puede leerse: “mort a l’espanyol”. Alguien le hace reflexionar sobre la frase y acaba pidiendo perdón y borrándola de su perfil.
No sabemos si el todo vale es compatible con la libertad de expresión, ese bien tan preciado en que algunos se esconden para evidenciar su mediocridad o la falta de racionalidad. Cuanto más libre es uno, mejor cuidado debe poner en sus actos.
Estamos en una espiral peligrosa de radicalismo que no hace sino impedir expresarse libremente a los que no usan la violencia ni física ni verbal para dar a conocer sus ideas, sea de manera satírica o con toda la seriedad del mundo.