IN MEMORIAM JOSEP ROYO

El pasado 14 de octubre fallecía en nuestra ciudad Josep Royo.

Josep vino a vivir a Castelldefels en 1967 desde Barcelona y trabajó durante muchos años como dibujante de tebeos, a los que consagró gran parte de su vida en la mítica Editorial Bruguera.

Esta editorial nació en 1910, cuando Juan Bruguera Teixidó fundó en Barcelona El Gato Negro, publicando, al principio, novelas de amor, policíacas, biografías y libros de chistes. En el año 1917 apareció TBO, fundado por Joaquín Boigas cuyo éxito hizo que Bruguera sacara al mercado en 1921 Pulgarcito con la intención de hacer un humor diferente. En 1933 murió Juan Bruguera y el negocio pasó a manos de sus hijos, Pantaleón y Francisco. La editorial sobrevivió a la Guerra Civil y en 1939 fue rebautizada con el nombre que hoy la conocemos. Pronto se vería que la producción de Bruguera era un humor basado en lo cotidiano y que podemos recorrer en ella, con la perspectiva de un tiempo que se fue con nostalgia, un retrato sociológico de la España de la posguerra, la época de la autarquía y el posterior desarrollismo franquista de los años sesenta.

Hacia 1970, época dorada de la editorial, llegaba a publicar más de cuatro millones de revistas al mes, repartidas entre DDT, Tiovivo, Din Dan, Lily, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape entre otras. Artistas tales como Cerón, Cifré, Conti, Enrich, Escobar, Gin, Grosset, Iranzo, Ibáñez, Karpa, March, Schmidt, Muntañola, Peñarroya, Sabatés, Sanchís, Sifré, Keto, Toni, Vázquez, nuestro protagonista, tristemente desaparecido y muchos más, conformaron ese universo de ilusiones que hicieron menos penosa la vida a muchas personas.

Muchas veces compartí con él un café en la terraza del Boga – Boga, en donde pasábamos revista a los problemas cotidianos, nos preocupaban, sobre todo, como a cualquier padre, los de nuestros hijos (Cristina, Jordi, Emma, Javier…) y, siempre, encontrábamos solución a las dificultades mundiales, las cuales, para desgracia de la Humanidad, nunca coincidían con las medidas aplicadas por los gobernantes.

No quiero, sé que a él tampoco le gustaría, hacer un panegírico de Josep. Fue una buena persona que no tuvo el reconocimiento social que se merecía ya que a veces la vida es injusta, pero supo sacar su casa adelante en una época triste de nuestra historia renunciando en gran medida a su vocación para trabajar como cartelista. Su “chispa”, sus “acudits” y su bonhomía será el recuerdo que siempre me acompañará. A menudo, la vida te gratifica cuando encuentras en el camino a personas como él. Gracias, Josep, por los siempre breves momentos compartidos contigo.