En España la crisis profunda no es económica. Por muchos problemas que tengamos para llegar a fin de mes y para sobrevivir, en tiempos de estrecheces, lo verdaderamente preocupante es la crisis política. La falta de alternativas reales de cambio, la ausencia de credibilidad entre nuestros dirigentes políticos, su lejanía con respecto a la vida real que llevamos el resto de ciudadanos; la laxitud de sus mensajes y de sus convicciones; este cóctel es el que pervierte nuestro presente e hipoteca el futuro de nuestros hijos. No vean en estas palabras ningún ánimo apocalíptico. Son percepciones basadas… en hechos reales. Voy con uno de ellos:
El pasado 14 de noviembre, el día de la huelga general, en las calles de Barcelona una mujer llamada Ester Quintana perdía la visión de un ojo. Desde el minuto 1, esta persona denunció públicamente haber sido víctima de la actuación violenta de los Mossos d’Esquadra. Un proyectil de goma lanzado desde una escopeta policial había cambiado su vida para siempre. Bueno, pues el máximo responsable policial en Cataluña, el consejero de Interior, Felip Puig, no dudó ni un solo instante en desmentir la versión dada por esta mujer. Al día siguiente de los hechos, Puig negó rotundamente que los Mossos hubieran empleado esas armas para reprimir a los manifestantes, en la zona en la que fue agredida Ester Quintana. Tres semanas después, cuando la víctima se fue a denunciar los hechos ante un tribunal, apareció un vídeo en el que se veía claramente cómo los Mossos disparaban en la zona donde Ester perdió el ojo. Entonces, la consejería de Puig rectificó, pero alegando que esos disparos se hicieron después de que fuera herida la mujer. Bueno, pues una semana después, El Periódico de Catalunya desvelaba la existencia de un informe policial que reconocía la utilización de pelotas de goma en esos hechos, algo que recordemos el máximo responsable político de la policía había desmentido con rotundidad.
Ester Quintana ha perdido la visión de su ojo izquierdo, comparte su piso con dos personas de avanzada edad, que son sus padres. Su vida ha cambiado para siempre y su futuro no es muy halagüeño. Durante la semana larga de hospitalización ningún responsable político dela Generalitatacudió o llamó por teléfono para interesarse por su estado de salud. Ahora serála Justiciaquien tendrá que designar quiénes son los responsables penales de estos hechos. Pero ¿y las responsabilidades políticas, señor Puig? ¿Por qué no se ha planteado su dimisión, reconociendo su error? Ese gesto dignificaría el final de su carrera pública y dotaría de mayor credibilidad a esa clase política, tan denostada entre la ciudadanía en estos tiempos que corren.
Gregorio Benítez
Twitter: @goyobenitez