Por “Goyo Benítez”
Los amantes del buen cine tenemos un pequeño templo en la ciudad que deberíamos frecuentar con más asiduidad. Siempre que las circunstancias me lo permiten, me acerco hasta el Cine Metropol y me deleito con sumo gusto con una de sus películas. La cartelera es diseñada con mimo; con el mismo cariño, la misma dedicación que se adivina en la mirada limpia y verdadera de sus propietarios. En este pequeño recinto cultural, de arquitectura moderna pero con las “tripas” llenas de historia, no se impone la dictadura comercial que llega de Hollywood. En el Metropol no hay grandes ni sonados estrenos; y tampoco sus butacas se llenan de restos de chuches o palomitas porque no se proyectan películas infantiles al uso. Es decir, el Metropol es otra cosa.
Lo que sucede allí, en ese rincón de Castelldefels, con esos pequeños y humildes artesanos de la industria cultural es un gran milagro. El milagro más emocionante, el más estimulante, el que más me llena de orgullo como ciudadano con raíces en esta tierra. En sus taquillas no hay grandes acumulaciones, las recaudaciones a duras penas deben servir para cubrir los gastos de apertura; pero ahí sigue, en pie, con una familia al frente que gestiona desde hace muchos años las únicas salas “de cine independiente europeo” en toda la comarca del Baix Llobregat. Además, colaborando estrechamente con los prestigiosos cines Verdi de Barcelona para la proyección de películas en versión original, al menos dos veces al mes.
Frente a grandes multinacionales de la distribución cinematográfica como Filmax, Cinesa o Lauren, presentes en nuestro entorno; frente a la poca afluencia de público y, especialmente ahora, frente al terrible aumento del IVA para bienes culturales, que ha encarecido las entradas de cine en un 13 %; ahí está, ante nuestros ojos, el milagro del Metropol. Se hace presente cada vez que sus gestores abren la puerta, te saludan en la taquilla, corren la cortina de la sala tras tus pasos, apagan las luces y conectan el proyector. Ojalá los nuevos tiempos no nos arrebaten nunca este pequeño deleite para el paladar cinematográfico.