Por Felipe Sérvulo
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Decía Jorge Luis Borges, basándose en la frase de James Whistler “Art happens” (el arte sucede), que “el arte es un pequeño milagro“. Y tal como hace Borges, nosotros lo podemos aplicar al amor y a la poesía y decir en una versión libre que “la poesía, como el amor, sucede”.
Esa sensación de que algo transmuta la sensibilidad, de que algo sucede, he sentido al introducirme en la intimidad de “Silencio y medio”, el nuevo poemario de Eva Muñoz y comprobar que también ella ha sido elegida por la poesía, esa amante arrebatadora que tanto nos hace sufrir, que tanto nos hace gozar, y que también la autora ha experimentado esa pasión que todos nosotros hemos tenido la suerte de sentir alguna vez durante nuestra pobre existencia.
¿Y qué tipo de poesía nos ofrece Eva? Poesía limpia, de mirada cálida, como es ella. Amorosa, delicada en su exposición y rotunda en su conclusión, poemas breves pero con carga de profundidad, con un leve tono elegíaco, que nos transportan, con nostalgia, a tardes lluviosas de otoño.
Eva busca y encuentra la forma de comunicarse de una manera directa y nívea, entendible por los simples mortales que transitamos los arrabales de la lírica, y nos evita navegar en los mares procelosos de la poesía críptica que tantos naufragios ha ocasionado a nuestra razón.
Eva enamora con su poesía, nos entrega su memoria, sus dudas de mujer, sus temores y hace que, por momentos, tomemos partido por ella, nos hagamos solidarios con su lamento porque su lenguaje es el de todos nosotros: “De este amor / ni las palabras / se atreven”. Y sus dudas son también las nuestras; cómo no sentirse conmovido por sus lamentos ante la actitud del “ser” amado: “A qué viniste / a despertar mi silencio / cuando yacía dormido / en tus párpados, / dime a qué / vinieron tus ojos, / si en tu mirada / sigue dormida / la nieve”.
Eva dice mucho con pocas palabras. También usa los propios silencios, tan presentes y que ponen nombre al libro: “Sabes que en cada silencio / hay una pausa…”, como en la música, donde cada figura musical cuenta con su correspondiente silencio. Silencio y palabra, conforman su respiración, o bien sístole y diástole, o aurora y crepúsculo, en la añoranza de los días felices que nunca ya volverán.
El amor, hilo conductor del poemario, también trae esperanza: “Si decido besarte / hasta gastar mis besos / y después / me reclamas tus labios, / te daré entera la boca, / y aquella mansa locura / con la que me atas.” Si, esperanza condicionada, que va y viene como un péndulo en los versos de Eva, pero esperanza al fin y al cabo que ahuyenta el desamparo, mezclada con intenciones sublimes: “Pido, lo sé. / Libertad / para amarte”.
Cómo no. Qué menos se puede pedir en el breve transito de nuestra existencia, sino libertad para estar con el ser querido.
Eva sensible, soñadora, nostálgica… Eva mujer poeta, pequeño milagro de arte cotidiano.
“Silencio y medio”.
Parnass Ediciones. Barcelona, 2013.