Últimamente, estoy preocupado porque no siento que la gente esté soñando y hasta estoy pensando que se está perdiendo esa capacidad innata. Y todos, en nuestra vertiente de homo economicus, hemos de imaginar planes de futuro.
A mis alumnos de la facultad les suelo preguntar por sus sueños. A pesar de su juventud, las respuestas son más bien conservadoras, clásicas y hasta me atrevo a clasificarlas de muy poco apasionadas. Por otro lado, cuando estoy entre espíritus emprendedores, parece que están totalmente hipnotizados por sus propios sueños. Me encanta ver cómo están realmente entusiasmados con conseguir nadar en la parte llena del vaso. Pero, por lo general, hay demasiada gente que solo sueña en que vuelva el pasado y poder vivir como vivían no hace tanto tiempo. Este es un tipo de sueño que puede causar mucha frustración, porque todo indica que no será así. La economía es cíclica, nada ha vuelto a ser nunca como antes y a largo plazo, siempre se tiende a mejorar. En mi caso, hace tiempo que tiré el retrovisor de mi vida y, por lo tanto, no puedo mirar hacia atrás.
Ahora bien, el bien más importante del que disponemos no es el dinero, sino es nuestra propia energía interior; es única, creada por cada uno, intransferible, no acumulable y altamente poderosa. La mala noticia es que existen unas fuerzas externas que se ocupan de neutralizarnos, como puede ser la situación económica, las expectativas de la sociedad, las noticias no positivas…, todo ello nos juega en contra. De aquí viene la necesidad imprescindible de tener un sueño tan fuerte que genere una imagen mental poderosa en nuestro interior y nos obligue a concentrar toda nuestra energía en lograrlo. Como decía Walt Disney, “si lo puedes soñar, lo puedes lograr”. Si no existe ese tipo de sueño que sea dominante en nuestra vida, cuando seamos abatidos no nos levantaremos fácilmente y hasta nos hará cambiar de sueño.
Se ve muy rápidamente quién tiene un sueño y quién no. Cómo se expresa y, en definitiva, qué piensa, los delatan. Nadie ha dicho que sea fácil tenerlo pero es como todo, además de estar dispuesto a crearlo, hay que estar entrenado. Las fuentes para entrenarse son varias; amigos con una actitud altamente positiva, videos motivacionales, hacer deporte estableciendo pequeñas metas, mucha lectura y montar pequeños proyectos aunque sean de carácter cotidiano. Eso sí, ante todo hay que tener una gran predisposición a luchar contra lo establecido.
Está claro que soñar es el principio y el origen de la fuerza, pero para tener éxito hay que realizar un buen plan de ejecución del sueño, sino no tendremos lo resultados esperados.
Si no se tiene un sueño, habrá que buscarlo porque soñar es necesario