Nos acaba de dejar José Luis Sampedro, ilustre profesor de Economía, académico, escritor y, ante todo, uno de los grandes humanistas comprometidos de nuestro tiempo. Curiosamente, luchó en ambos bandos de la guerra civil, fue funcionario de aduanas en Melilla, catedrático de Estructura Económica de la Complutense, economista en el Banco Exterior, senador en las primeras cortes democráticas, miembro de la Real Academia Española y galardonado al más alto nivel. Como escritor, publicó varias decenas de libros entre los que quiero destacar uno de sus mas famosos “La sonrisa etrusca” (1985), y una gran recopilación como “Economía Humanista, Algo más que cifras” (2009). Como economista, nunca olvidó que era la ciencia que analiza el bienestar de los seres humanos y, en ese sentido, siempre fue consciente de la existencia de una realidad humana dura. Aunque Adam Smith, considerado padre de la economía, hablaba de “La riqueza de las naciones”, el espíritu crítico de Sampedro consideraba la economía como la ciencia de la pobreza.
Sin duda, era un hombre valiente que hasta el último momento escribió lo que muchos siempre han pensado, pero que preocupados con el decoro social no se atrevieron a decir. En este sentido, fue un auténtico provocador intentando suscitar que la apatía e indolencia no se apoderasen de nosotros.
Nunca me ha dejado de impresionar que, a sus noventa años, fuese adoptado como el “padre espiritual” del movimiento social 15-M. Inspiró a los “quincemayistas”, como él los llamaba, y a pesar de su edad avanzada asistía a la asamblea de Chamberí donde era el referente intelectual. La frase más recordada es: “Seguid escuchándoos, aprendiendo y reeducándoos, lo mismo que yo hice de mi vida un aprendizaje de mi mismo”. También escribió el prólogo del libro ¡Indignaos! (2010) de Stéphane Hessel, otro gran nonagenario germano-francés que también nos dejó este mismo año. El movimiento se ha quedado sin sus abuelos preferidos. Me pregunto si se habrán ido juntos a otro lado…, en todo caso, seguro que no siguen ajenos al sufrimiento social.
Particularmente, a mí me hizo contemplar la realidad económica desde un punto de vista sistémico. Todo tiene un orden y está interrelacionado. No es nada fácil estructurar “la economía desde el corazón” (título de una des sus recopilaciones de artículos). Y como los grandes sabios, entendía la muerte como parte de la vida y dijo varias veces: “Quiero morir dulcemente como muere el río en el mar”. En una época donde son tan necesarios estos maestros que nos inspiran, se ha apagado una vela, pero quedan sus escritos, conferencias, entrevistas y vídeos que nos seguirán sugestionando, conquistando e iluminando. D.E.P., maestro.