Se cumplen ahora tres años desde que Zapatero “entregara” el país a Angela Merkel. Estamos en el segundo aniversario de un cambio que iba a ser radical en la escena municipal, con la llegada de los nuevos gobernantes. Eso prometieron aunque ya no lo recuerden. Y en La Moncloa tenemos nuevos inquilinos desde hace un año y medio. En este tiempo, en estos tres años de vaivén político, de un ir y venir de personas, carteles, promesas y lemas, ni una sola medida dirigida a mejorar la vida de las personas. Aumentan los desahucios, el paro, los cierres patronales, las bajadas salariales… La desesperanza se ha adueñado de nuestras vidas. Los mercados, cada día, más satisfechos. Los bancos, cada día, más “saneados” a costa del dinero público. El capital, cada vez más ansioso por rematarnos, ahora que nos tienen tumbados sobre la lona, en estado de “shock”. Y nuestros gobernantes, mudos, sordos y mancos; obedeciendo como dóciles sirvientes ante la demanda de más sangre fresca, procedente del pueblo llano.
En este panorama desolador hay un brote verde; éste de veras, no como el que manejan de forma infantil y simplona nuestros políticos. Un rayo de luz, una iniciativa que reconcilia a los ciudadanos con una institución pública. Muy cerca de Castelldefels desde el punto de vista geográfico, aunque en las antípodas ideológicamente, está Cornellà de Llogregat. Y en Cornellà entre el 21 y el 26 de mayo se ha celebrado la semana de la lucha contra la pobreza. El ayuntamiento ha sido el impulsor de esta idea, cuya filosofía es la de impedir que la crisis menoscabe la dignidad personal. Un ayuntamiento de nuestro entorno que se pone de parte de los más pobres. Durante todos esos días, en cada acto que se celebraba en la ciudad, se leía un manifiesto que invitaba a no vivir con resignación y con la cabeza gacha el progresivo deterioro de los logros sociales cosechados en España durante los últimos 40 años. Partes de ese manifiesto decían:
“La dictadura de los mercados, que hoy deciden el mundo, y la aplicación de las medidas que se adoptan, han vaciado considerablemente de contenido el derecho a un vida digna para todo el mundo”. “La garantía de una vida digna tiene que aplicarse del mismo modo a todas las personas que viven en nuestra sociedad, en nuestra ciudad”. “Una de cada cinco personas viven por debajo del umbral de la pobreza. La crisis ha causado una insostenible precariedad social”. “Valores fundamentales en la vida de las personas han dejado de ser considerados prioritarios. La sociedad tiene que defender la dignidad”.
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