No a los recortes. No a los ajustes. Todo el mundo quiere gastar más y si es posible, un poquito más. Barra libre al gasto público. Sigamos funcionando como si el dinero fuera ilimitado. Como si acceder al crédito fuera barato. Como si el dinero no se acabara nunca. Sigamos siendo ricos. Saquemos la chequera. Viva la pancarta.
Todo eso encaja muy bien en las pancartas y en los mítines de la izquierda. Los micrófonos lo soportan todo. A nadie le gustan los recortes. A mí, aunque sea un diabólico y maligno diputado del PP, tampoco. Entonces, ¿por qué se están llevando a cabo políticas de ajuste del gasto? Hay muchos motivos, pero hay uno que lo entiende cualquiera: no hay dinero, no nos dejan dinero barato y debemos un pastón. Perdón, con el término “un pastón”, me he quedado corto.
Los mismos que ahora viven pegados a una pancarta, arruinaron nuestro país. Doblaron nuestra deuda pública, dejaron unos niveles de déficit ingobernables, dejaron la recaudación pública en niveles terriblemente bajos, nos dejaron endeudados hasta la cejas y, ahora, los muy hipócritas, se escandalizan de los ajustes presupuestarios.
Sabemos que “mola” más defender el gasto público a go-gó. Uno parece más sensible, más “enrollao” y da más votos. Pero eso es tratar a gente como borregos. Puro infantilismo político. Endeudarse aún más si cabe solamente aplaza el problema. Hay que sanear las cuentas públicas para garantizar el estado del bienestar, para evitar el temido rescate, para facilitar el crédito a las empresas y para crear empleo.
Seguiremos trabajando con responsabilidad para arreglar la situación, aunque seamos menos simpáticos que los profesionales de la pancarta. Sacaremos al país de la ruina, del agujero y de la suspensión de pagos. Pagaremos el pufo de los socialistas. Que nadie tenga ninguna duda.
Antonio Gallego Burgos
Diputado en el Congreso