El espíritu del reality televisivo hace tiempo que entró en casa para quedarse con nosotros. La vuelta a lo básico, que tanto pregonaban en los primeros programas de este corte, ya ha dejado de ser un recurso del lenguaje para convertirse en una cruda realidad. Así vivimos la mayoría de ciudadanos que todavía pertenecemos a esa clase media, que se va deshilachando por momentos. Sobrevivimos, cada uno en la medida de sus posibilidades; unos con más y otros con menos, pero todos compartiendo un destino común, el de sabernos parte del eslabón más débil en la cadena social.
En esta situación de congoja permanente, con un cuestionamiento radical de casi todo cuanto nos rodea, vemos cómo las bombas cada vez caen más cerca. Después de cada ráfaga de disparos nos palpamos el cuerpo en busca de posibles heridas y, al comprobar que de momento no nos alcanza la metralla, nos sacudimos el polvo de los escombros caídos y seguimos con paso firme, entre cascotes y cadáveres. Ese es el marco laboral en el que nos movemos, cada vez más volátil, más precario; cada vez más lleno de minas.
Si miramos más allá de nuestro puesto de trabajo, comprobamos cómo la casta política en bloque trata de llevar a cabo una lenta y silenciosa demolición de los dos pilares básicos de nuestro Estado del Bienestar, la educación y la sanidad. Unos políticos son responsables por acción; otros, por inacción. En medio de este panorama desolador, los bancos, el sistema financiero. Unos actores que, siendo en parte los responsables máximos del estallido de la crisis económica, han sido los primeros en encontrar una salida pactada y dialogada a su situación de agonía contable. Ellos ahora respiran y por cada bocanada de aire que ellos dan, a nosotros nos van restando oxígeno para sobrevivir.
En eso seguimos. Un mes más, un año más. En la lucha por la supervivencia. Y no. No esperen que un día de estos se apaguen los focos del plató y una voz en off nos anuncie que el programa ha concluido, y que todos podemos volver ya a nuestras casas. Esto es la cruda realidad, y me da que hace tiempo que se ha sentado a nuestra mesa para comerse hasta las últimas sobras de nuestro plato.
twitter: @goyobenitez