Por Moisès Stanckowich
Entrevistamos a Felipe Sérvulo, poeta, pintor y presidente del colectivo de escritores “El Laberinto de Ariadna”, con motivo de la publicación de su último y reciente poemario Ahora que amaneces. Felipe, hombre cercano y comprometido con la sociedad, responde sin cortapisas a las preguntas que le formulamos y, como es habitual, nunca deja a nadie indiferente.
- Hace unos meses publicaste Ahora que amaneces (La Voz / abril p.3), que ahora presentas en Castelldefels. ¿Cuáles son las sensaciones que quieres transmitirnos?
Ante todo quiero expresar mi agradecimiento a nuestra ciudad: Castelldefels que me ha dado tanto cariño. Aquí han nacido y han crecido mis hijos, aquí se han casado y aquí ha nacido Lúa, mi primera nieta. Aquí tengo mis recuerdos y algunos de mis mejores amigos. Era casi, una obligación por mi parte hacer la primera presentación de “Ahora que amaneces”, si no lo hemos hecho antes es porque he querido que estuviera conmigo la editora Noemí Trujillo, que junto con Lorenzo Silva dirigen la editorial Playa de Ákaba. Noemí ha sido madre recientemente y por eso se ha pospuesto la presentación del poemario.
- Este es tu sexto poemario, ¿existe un hilo conductor entre todos ellos? ¿tu obra poética gira alrededor de algún eje?
Sí, todos tienen un hilo conductor que es el amor, el desamor, el paisaje, los olores de la ciudad, las personas anónimas…
- ¿Te consideras un poeta urbano, un poeta minimalista o un creador de “pequeños universos infinitos de sensación” como te definimos nosotros?
Eso de “creador de pequeños universos infinitos de sensación” me gusta y me gustaría que alguien, algún día, me lo pudiera aplicar. Desde luego soy hijo de mi época y de mi entorno: estamos inmersos en plena revolución tecnológica que ha acabado con un mundo que había pervivido, con algunos retoques, siglos y que las personas de mi generación hemos visto como desaparecía, junto con la ciudad de mi madurez (Barcelona), también los recuerdos de mi infancia (Jaén) y por supuesto los sentimientos ya reposados, conforman un universos que intento plasmar en mis libros. ¿Minimalista?, eso creo que no, ya que intento recrearme con el lenguaje, no escatimo imágenes y lo que si intento es sugerir cosas con los silencios, como en la música.
- Los lectores de La Voz te conocen bien como columnista, sin embargo, ¿cómo te definirías: poeta, escritor, pintor, artista? ¿Dónde estás más a gusto?
Yo suelo decir que soy “aprendiz de todo, maestro de nada” y desde luego no es una postura para hacerme el interesante, es la pura verdad. Mal vamos cuando alguien se cuelga etiquetas de palabras tan grandes como las que citas. Si en algún momento alguien cree que es un maestro de algo, se equivoca, porque estará muerto para el arte. Hay que ser toda la vida un aprendiz y de esa forma siempre te sorprenderás y no caerás en el tedio.
- Presides desde 2001 el colectivo de escritores El Laberinto de Ariadna, en referencia siempre a Espriu. ¿Qué valoración real debemos hacer de este escritor en este ANY ESPRIU?
Salvador Espriu ha sido para el colectivo que presido y para mi, un referente poético y moral. De sus obras “Ariadna en el laberint grotesc”, “Les cançons d’Ariadna”y “Final del laberint” tomamos el nombre de nuestra asociación. Espriu crea un mundo sin fronteras que sirven de reflexión sobre los temas transcendentales de la condición humana, única y universal.
A mi no me gustan las homenajes “post mortem” y mucho menos si son reduccionistas e intervienen personas que, tal vez, no hayan leído jamás ni un verso de él. El mejor homenaje que se le puede hacer a Salvador es leerlo siempre y no esperar a fastos oficiales.
- El oficio de las letras no es fácil. ¿Crees que el escritor actual debe someterse a las leyes de mercado para triunfar? Y, ¿qué entiendes por “triunfar”?
¿Someterse a las leyes de mercado? Yo desde luego, no. Tal vez porque soy consciente de hasta donde te puede llevar la poesía. Te pongo un ejemplo: yo tardé entre mis libros “Cartografía de la materia” y “La niña de la colina” siete años en publicar porque no quise hacerlo con las condiciones que me ofrecían las editoriales. Estoy de acuerdo en que la poesía es minoritaria y que se vende poco, pero de eso a jugar con las ilusiones de muchos poetas para que editores desaprensivos ganen un dinero, pues no.
Si por triunfar entendemos ganar dinero, puede decirse que la mayoría de poetas y desde luego yo, no hemos triunfado. Hay otra clase de triunfo: que te lean cientos de personas, que les emociones, que te escriban y que te digan que tus poesías le valen para sobrellevar esta vida tan jodida, que tengas el respeto y la admiración de tus compañeros…
- Sabemos que te mueves también por tus blogs, tu facebook, tu página web, tus ebooks…, ¿adaptarse o morir?
Es una forma magnífica de expresarte y de comunicarte sin cortapisas ni condicionamientos mercantiles. Una forma de llegar a personas que jamás hubieras soñado.
Constato, además, que las redes sociales ponen muy nerviosas a ciertas esferas del poder, lo que me encanta.
- Felipe, sé sincero: ¿por qué hay que leer Ahora que amaneces?
Porque vas a encontrar una poesía directa, sencilla, sincera y en donde te vas a identificar ¿sabes por qué?, porque los sentimientos son comunes a toda las personas.
Además, Noemí Trujillo, la directora de la editorial, le ha puesto un montón de cariño y ha salido un libro de lujo.