Desconectado

Empezó marcando distancias con su entorno más lejano. Un buen día decidió espaciar las citas con sus viejos compañeros de instituto. Dejó de transitar aquellas calles en las que el destino le ponía ante esos conocidos. Y el paso del tiempo hizo el resto. Su nombre se fue difuminando en la agenda de los otros. Y así, hasta desaparecer por completo de esa red social.

Su siguiente objetivo consistió en trazar un plan de desconexión con las personas más cercanas. Su trabajo lo ocupaba todo. Y cuando no era el trabajo eran las circunstancias. Y cuando no había circunstancias había mucho ingenio para alguna ocurrencia. Y así, hasta conseguir acumular una montaña de obligaciones, circunstancias y ocurrencias. Todas con un único fin; el de sepultar cualquier contacto, por muy breve que fuera, con esas personas con las que en el pasado hubo algún lazo emocional.

Y así continuó hasta que se quedó solo, absolutamente solo. Bueno, no exactamente. Durante todo ese tiempo siempre conservó la única compañía de su smartphone. A él se aferra cuando la soledad se vuelve ensordecedora en el silencio de la noche. Con él conversa a diario reenviándose mensajes a su propio correo electrónico y a su cuenta de whatsapp. Y la última luz que ve siempre, antes de conciliar el sueño, es su pantalla iluminada. Y en esa pantalla, un único mensaje: “Te quiero”. Se lo dice su móvil a él y él le devuelve ese “Te quiero” antes de cerrar los ojos.

Goyo Benítez

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