Efemérides

Siempre deseamos que el año que llega sea un poco mejor que el que se va. Y, por supuesto, cada año nuevo hacemos propósitos de comenzar lo que no hemos sido capaces de hacer en el pasado. Ha acabado con más pena que gloria el “Año Espriu” y en 2014 tenemos citas que, esperemos, nos harán la vida algo más llevadera. También, lógicamente, el año nos traerá efemérides que, en mi caso, voy a evocar solo las literarias que para tener presentes guerras y desgracias ya tenemos a muchos políticos que nos amargan las existencia.
Así, podemos recordar nacimientos de literatos ilustres, tales como el 26 de abril el 450 aniversario de Shakespeare. O el centenario de Octavio Paz el 31 de marzo, de Joan Vinyoli el 3 de julio y el 28 de agosto el de Julio Cortázar. También podemos recordarlos en su muerte: el 22 de febrero hará 75 años que murió en el destierro de Colliure, Antonio Machado. O hace 25 años que murieron Carlos Barral el 12 de diciembre o Samuel Beckett el 22 de diciembre. Soy consciente de que me dejo muchísimos autores, pero nada más lejos de mi deseo hacer aquí una relación exhaustiva. Solo indico estos como un toque de atención para que volvamos a sus obras y le hagamos el mejor y más auténtico homenaje: leerlos.
Y este año, para mí, la efemérides más importante será la del centenario de un humilde burro (mire usted por dónde…) Sí, ya hace cien años que se publicó “Platero y yo”, una de las obras cumbre de Juan Ramón Jiménez. Dice Andrés Trapiello que “Durante años, la consideración ética y estética del gran poeta de Moguer ha estado distorsionada por un cúmulo de malentendidos fruto del desinterés o la ignorancia”, y prosigue reflexionando sobre ello y el porqué de este estigma a un autor que se decía de él que era cursi, neurótico, hipocondríaco… A Juan Ramón lo hemos leído “los amantes de la poesía, pocas gentes anónimas a quienes no importaron tampoco las burlas que circulaban sobre “Platero yo”, uno de los libros más hermosos de nuestra literatura”. Para Carmen Sigüenza: “Platero, hecho de acero y plata de luna, es toda una fábula, un relato sobre la vida de Moguer cuando el poeta era niño; sus calles y sus gentes, y sobre el ciclo de la vida en general. Un texto lleno de símbolos, sugerencias y metáforas, como las mariposas, la luna, la muerte, la sangre, el amor o el dolor e incluso la locura”.

¿Necesita Platero “su año”? Por supuesto que no mientras vivamos personas que lo tenemos presente y nos emocionamos de vez en cuando leyéndolo si tener que esperar indicación de nadie. “Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas, blancas, sin color… Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las manos… ¿Qué haré yo con tantas rosas? ¿Sabes tú, quizás, de dónde es esta blanda flora, que yo no sé de dónde es, que enternece, cada día, el paisaje y lo deja dulcemente rosado, blanco y celeste – más rosas, más rosas- , como un cuadro de Fra Angélico, el que pintaba la gloria de rodillas?”