Se está engañando a los catalanes cuando se afirma que la democracia son sólo “urnas”. La democracia también exige respeto al marco legal y constitucional. No hay democracia sin respeto a la ley que nos hemos dado entre todos. Sencilla y llanamente, el “derecho a la autodeterminación” no existe en España ni en ningún país avanzado del mundo. El Gobierno de España ni quiere ni puede reconocer el “derecho a la secesión”. No vamos a permitir que la parte decida por el todo, no vamos a permitir que nadie obligue a los catalanes a renunciar a nada, no vamos a permitir que se ponga en riesgo la anhelada recuperación económica, no vamos a permitir que unos cuantos quieran marcar las nuevas fronteras de todos, no vamos a permitir que millones de catalanes sean expulsados de la Unión Europea y del resto de organismos internacionales. El proyecto secesionista llevaría a Catalunya a la ruina y yo, como catalán, es lo último que deseo. El secesionismo está ocultando deliberadamente las trágicas consecuencias económicas de su quimérica aventura. No hablan de las consecuencias de salir de la Unión Europea, de salir del paraguas del Banco Central Europeo, de la salida del euro, de volver a levantar fronteras, aranceles, de las consecuencias económicas derivadas de la inseguridad jurídica, de los efectos perniciosos sobre los flujos comerciales con el resto de España, del coste de la creación de nuevas estructuras de estado, de la pérdida de fondos europeos, de la huida de capitales y de la deslocalización de empresas que buscarían la certidumbre de la zona euro. Se equivocan aquellos que creen que en el enfrentamiento, el chantaje y en el victimismo está la solución a los problemas de nuestro país. La unión, la concordia, el entendimiento, las sinergias y el respeto a las normas democráticas son las herramientas para abordar los retos de futuro.