Venderse bien

Siempre me ha llamado la atención que la mayoría de decisiones empresariales se toman rápidamente basándose más en sensaciones, expectativas personales y en experiencias propias que en análisis profundos de hechos objetivos. El tema de la contratación de personal no es una excepción y, después de conocer a los candidatos unos minutos, predominan esas percepciones subjetivas.
Una de las máximas de la empleabilidad es construirse un curriculum vitae constantemente y no sólo recordarse de su existencia cuando buscamos empleo. La formación continua en temas específicos que no dominamos, idiomas, o simplemente estar al día no garantiza nada, pero seguramente nos convertirán en un mejor candidato. Ahora bien, aunque todo ello es necesario no es la única condición en un mercado con exceso de profesionales preparados. Ya no se escoge a alguien por su curriculum y sí por las competencias que tiene. Los tres factores clave de la selección son los siguientes: los conocimientos que poseemos, las habilidades que hemos desarrollado y la actitud para que exista un buen encaje con el puesto a desempeñar. Y, lo peor, para demostrar todas esas competencias y habilidades, en el mejor de los casos, tenemos unas pocas horas de pruebas y entrevistas. Y como si de un producto se tratase, tenemos que saber “vendernos”.
En las entrevistas hemos de impactar y no dejar indiferente a nadie. Una parte muy importante es el estado emocional con el que las afrontamos. Tendrán más éxito las personas que son optimistas y que. ante una situación complicada, como es estar sin empleo, siguen pensando en positivo y transmiten energía y fuerza. Nadie contrata a una persona negativa que habla mal de las empresas anteriores o, peor aún, de sus exjefes. Sin que parezca artificial, hay que ser lo más agradable y motivador posible. Por otro lado, hemos de analizar nuestra imagen y el lenguaje no verbal, que suele ser más revelador que el propio verbal. Decir que el trabajo le apasiona con los brazos cruzados, sentado hacia atrás y con la pierna moviéndose puede ser una buena muestra de cómo el lenguaje no verbal nos traiciona. Nada como ponerse delante de un espejo o incluso grabarse, para vernos en acción y poder corregir qué decir y cómo. Entrenarse en comunicar los éxitos pasados, las destrezas que tenemos y reforzarlos con ejemplos cuantificables seguro que ayudará.
Para venderse bien hay que conocer a la contraparte y para ello se ha de investigar a esas empresas e incluso a los entrevistadores. Sería óptimo saber dónde puede haber puntos de conexión y experiencias parecidas por aquello de que se tiende a contratar a las personas con las que te sientes bien y tienes alguna afinidad.
En todo caso, las entrevistas duran unos minutos de oro a los que hay que ir muy preparados y donde es vital descubrir los puntos de unión que nos pueden llevar a ser parte de un proyecto empresarial. Y si dudas, pregunta a un amigo, ¿crees que me vendo bien?