Cuando pienso en Europa en abstracto, no como continente, lo asocio al sabor del chocolate de una marca concreta y a la sensación de libertad.
Me explico: año 1982, la Srta. Anna, maestra de Historia, aparece en el aula de octavo de E.G.B. cargada con unas tabletas de chocolate, las deja encima de la mesa del profesor y nos pregunta si conocemos la marca. Toda el alumnado, después de levantarnos de nuestras sillas para mirar mejor, respondemos al unísono un “no” alto y excitado por el inicio diferente de la clase. A partir de ahí, la maestra hilvana una sesión sobre la autarquía en la que España vivía desde el final de la guerra civil y las negociaciones que existían desde 1977 para que España se convirtiera en miembro de pleno derecho de la Comunidad Europea. Según nos explicaba, sólo se pasaría a ser una economía verdaderamente abierta, como otros países de nuestro entorno, tras el acceso a la Comunidad Europea. Y ese chocolate suizo era un ejemplo, antes no se podía importar, y a partir de ese momento, podía estar en los supermercados.
Además, nos explicaba con tono emocionado que cuando se firmara el tratado de adhesión, España dejaría el aislamiento internacional que padecíamos desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que seguramente se afianzaría nuestra joven democracia. Le hicimos muchas preguntas que ella respondió como pudo, porque supongo que algunas respuestas formaban parte más de los deseos de libertad y apertura de una joven maestra demócrata y progresista, que de la información que ella pudiera tener al respecto. Y antes de acabar esa inesperada sesión sobre historia tan actual, repartió las tabletas de chocolate entre los chicos y chicas que formábamos el 8ºB, que todos degustamos con fruición.
Hace unos días, al realizar la compra en un supermercado, vi la marca del chocolate en cuestión en uno de los estantes, evoqué esa clase y me vino a la boca el sabor dulce y a la mente la emoción que sentía la maestra… y recordé que estamos en plena campaña para elegir a los miembros del Parlamento Europeo y, por primera vez, también al presidente de la Comisión Europea.
Y ahora, después de que hayan pasado 32 años desde esa clase, me gustaría levantar la mano y poder preguntarle de nuevo a la Srta. Anna algunas de mis dudas sobre Europa antes del 25 de mayo, día de la cita electoral europea.