Me sigue sorprendiendo que, después de más de sesenta años del origen de la Unión Europea, exista un europesimismo que siga cuestionando su idoneidad e, incluso, su existencia.
Inicialmente se fundó con la intención de crear una Europa unida donde se pudiera vivir sin conflictos bélicos y afrontar el crecimiento económico cooperando. La historia de la Unión Europea es realmente interesante; desde cómo, poco a poco, fue creciendo a partir de sus seis fundadores iniciales, pasando por la eliminación de las fronteras permitiéndonos viajar y trabajar libremente, hasta el establecimiento del euro como moneda única… y otros muchos cambios que han afectado a nuestras vidas. Ahora bien, no quiero decir que todo sea perfecto. La gobernabilidad de estas estructuras con instituciones supranacionales tiene su complejidad y hace que los europeos nos mostremos confundidos. Es cierto que la toma de decisiones suele ser ininteligible y lenta, acusando sus consecuencias mucho más en épocas de crisis. Resumiendo, podemos decir que hemos pasado dos fases: durante más de dos décadas se nos presentó la UE como una comunidad que nos proporcionaba fondos y prosperidad. En cambio, ahora la percepción ha cambiado porque se la presenta como una entidad que nos exige recortes y sacrificios. El euroescepticismo está aflorando de nuevo y se hace mas palpable la Europa de las dos velocidades.
Según el Eurobarómetro, España es el cuarto país, por detrás de Luxemburgo, Malta y Alemania, cuya población se siente más europea, ya que un 33% de los encuestados contesta que “sí, seguro” se sienten ciudadanos europeos, frente al 22% de media europea. Estas cifras, en general, son muy débiles. Es decir, el otro 77% no apoya esa opinión y es una gran mayoría.
Me gustaría hacerte una pregunta directa: ¿te sientes europeo? Es evidente que ésta es una opción personal de cada individuo. Haciendo una pequeña reflexión, cuando quieres sentirte parte de un proyecto, ya sea un equipo de fútbol, un movimiento local o de una simple reforma de tu comunidad, has de dedicar parte de tu tiempo a conocer cómo funciona, otra a contrastar todos los mensajes que recibes y otra a implicarte en el proyecto. Si consideramos las estadísticas del Eurobarómento que se refieren a la información sobre asuntos europeos, el 84% de los encuestados considera que los españoles estamos poco o nada enterados. Incluso, el 78% de los encuestados reconoce estar desinformado. De nuevo, niveles muy bajos. Me pregunto cómo se puede ser europeísta si no estamos informados sobre Europa. Para nuestro homo economicus las opciones crecen cuando nos unimos: el mercado es más grande, existen más posibilidades de formarnos y trabajar en otros países. En este sentido, es esencial que cada uno de nosotros se esfuerce en conocer más Europa y lo que ésta significa desde un punto de vista económico. Solo se puede sentir algo después de conocerlo bien.