Maria Miranda
PSC
En esa loca carrera de despropósitos que dura ya más de tres años, el gobierno municipal del PP en Castelldefels no parece estar dispuesto a pisar el freno. Ese circo al que la ciudadanía ha asistido perpleja tiene en el alcalde Manu Reyes un jefe de pista dispuesto a gritar aquello de “más difícil todavía”.
Y sí, consiguen hacer realidad el más difícil todavía. Hasta ahora la gestión del equipo de gobierno del PP se ha caracterizado por dos cosas: 1) incumplir sus promesas y 2) hacer pasar como suyos los logros conseguidos por el anterior gobierno municipal encabezado por el PSC. Ahora, cuando encaran la recta final de su mandato rizan el rizo: sobre una misma iniciativa incumplen su promesa electoral y toman el proyecto que había presentado el PSC para empeorarlo. Esto es lo que han hecho con el proyecto de la tercera fase del Paseo Marítimo, en que transcurrirá frente a la fachada marítima del barrio de Baixador.
Es cierto que, afortunadamente para todos, el alcalde del PP incumple una vez más su programa. No sé si recordarán ustedes el proyecto para completar el Paseo Marítimo que presentaron en las pasadas elecciones. Para que se hagan una idea era una copia burda del paseo de Benidorm, lo que hubiese supuesto un pegote sin sentido en la línea marítima de Castelldefels. Como esta propuesta de corta y pega no tenía ni pies ni cabeza, el alcalde sacó del cajón el proyecto que unos años antes había elaborado el PSC. Pero como no pueden dejar de poner su sello, en vez de dejarlo como estaba, lo han modificado hasta dejarlo casi irreconocible. Para peor, claro.
Es peor porque rebajan en un 50% las calidades del proyecto, hasta dejarlo en un paseo lowcost. Por ejemplo, en buena parte del tramo afectado no construirán una carretera nueva, sino que se limitarán a reasfaltar la que ya hay, que ya está en mal estado. Es como poner una alfombra tapando un bache. Una chapuza en toda regla a la que con toda seguridad le pondrán muchos focos para que el alcalde pueda hacerse la foto. Y para colmo, el Ayuntamiento paga por primera vez una parte del paseo sin que tampoco eso signifique beneficiarse de la rebaja en la licitación.
El proyecto ha levantado el rechazo vecinal, como no podía ser de otra manera. Y el alcalde, que parece no querer abandonar el talante autoritario que le ha acompañado desde que asumió el cargo, no dialoga ni con la asociación de vecinos, ni con los grupos municipales en la oposición. Esto tampoco es una novedad, desgraciadamente para una ciudad que aspira a que la gobiernen con sentido común