La relación entre las fuerzas sociales y los partidos soberanistas por un lado, incluyendo al Govern de la Generalitat; y las fuerzas sociales y los partidos contrarios al llamado “procés”, incluyendo al Gobierno de España, parece haberse inspirado en aquella película de 1989, en la que un ciego y un sordo deambulaban juntos, tratando de sortear todo tipo de situaciones cómicas. Aunque claro, si lo pensamos fríamente, no es lo mismo. No es lo mismo porque en aquella comedia Richard Pryor y Gene Wilder hacían grandes esfuerzos por entenderse, por ayudarse para salir airosos de todos los atolladeros en que caían una y otra vez. Convendrán conmigo en que no es esa la manera en que hoy en día se relacionan Mas y Rajoy, la ANC y Societat Civil, catalanes independentistas y catalanes escépticos con el independentismo, nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes… Y así hasta casi el infinito. En lo que sí coinciden la ficción de Hollywood y el proceso abierto en nuestro país es que mientras una parte habla, la otra no escucha, y viceversa. Y lo mismo sucede con la invidencia sobrevenida de ambas partes. Ante la misma batería de propuestas, unos sólo ven legalidad donde otros sólo quieren ver una suma de ilegalidades.
Las fuerzas vivas del independentismo tomaron las calles de Barcelona el pasado 11 de septiembre. El despliegue fue espectacular. La demostración de fuerza, con dos millones de manifestantes pacíficos, no pudo ser más ejemplar. Bueno, pues un representante de la fuerza contraria al soberanismo catalán, el presidente extremeño José Antonio Monago, no tardó ni un día en definir la impresionante movilización como “un grupo de cuatro personas que salen a hacer letritas por las avenidas”. El calificativo de “patético” se queda corto para definir un análisis tan pobre por parte de un cargo público con la responsabilidad de Monago.
En el mismo contexto de cúmulo de despropósitos, quien parece que va a ser el próximo president de la Generalitat, Oriol Junqueras, salió públicamente diciendo que si el día 9 de noviembre el Gobierno de España hace uso de la ley y no permite la celebración de la consulta por la independencia de Catalunya, habrá llegado “el momento de la desobediencia civil”, invitando a Govern de la Generalitat y al conjunto de la ciudadanía a saltarse la ley con tal de conseguir el único objetivo que a su juicio, a día de hoy, tienen los ciudadanos catalanes, que es alcanzar la independencia como país. Eso lo afirma Junqueras, un alcalde que imagino espera que sus vecinos cumplan a diario con el marco legal que regula el orden público en el término municipal que él “preside”, Sant Vicenç dels Horts. ¿O es que el llamamiento a la desobediencia sólo sirve para rebelarse contra el poder establecido de los otros? ¿Esa invitación a la rebelión social también se la podrían aplicar los vecinos de Sant Vicenç para boicotear al poder establecido que representa el mismo Junqueras como alcalde?
Imagino que así vamos a estar durante algún tiempo más. Unos chillando mientras otros se hacen los sordos, y viceversa. Y todos viendo sólo aquello que desean ver, sin ningún ánimo de observar la realidad mostrada por el contrario. Suena a chiste pero no se engañen. Esta comedia no es como la de Pryor y Wilder. Ésta no tiene ni pizca de gracia