A lo largo de los dos últimos años el Gobierno de Cataluña ha estado dando la tabarra, día sí y día también, con la celebración de una consulta secesionista e ilegal que sabían que no se podía celebrar. Ha sido un engaño masivo a los catalanes. La obra de teatro más larga de la historia.
Se ha perdido mucho tiempo y muchísimo dinero alrededor de esa quimérica votación para romper a España en dos trocitos. Ha sido un burdo ejercicio folklorico para desviar la atención sobre la bancarrota que sufre Catalunya y la corrupción masiva del clan de los Pujol.
La ilegal consulta era un referéndum encubierto. La Generalitat de Catalunya no tenía la competencia para poderla celebrar, tal y como se lo recordamos el 90% de los diputados en el Congreso. El Tribunal Constitucional la ha suspendido a instancias del Gobierno del Partido Popular, garantizando que en España nadie está por encima de la ley.
Además, el proceso electoral ni es claro, ni transparente, ni neutral. ¿Por qué tienen que votar los inmigrantes ilegales en ese referéndum? ¿Por qué los adolescentes a partir de los 16 años? ¿Por qué un catalán residente en Castellón no puede votar? ¿Por qué TV3 sólo ha hecho campaña a favor del SÍ-SÍ? ¿Se respetaría que una provincia o ciudad catalana hubiera decidido votar NO a la independencia?
Un país normal es aquel en el que sus gobernantes respetan las leyes. Un país normal es aquel en el que la gente puede estudiar en el idioma que le dé la real gana. En un país normal los gobernantes se deberían preocupar del paro. En un país normal no se hace elegir a la gente entre sus diversos sentimientos de pertenencia a un territorio. En un país normal Artur Mas se tendría que haber largado a su casa hace mucho tiempo.