Libertad de horarios o especialización

¿A quién no le gustaría ir a comprar cualquier día de la semana sin tener que limitarse a cumplir unos horarios? Podría ser un domingo o incluso por la noche. Ésta es una vieja aspiración de algunos y una gran lucha por impedirlo por parte de otros. Es un eterno debate donde nadie se pone de acuerdo. Por un lado, las grandes superficies multinacionales y los centros comerciales quieren abrir todos los días, pero el pequeño comercio se niega ante su inviabilidad para afrontar este cambio al tener poca plantilla y, en muchos casos, ser autoempleo. Unos quieren ser altamente competitivos y permitir el consumo continuo para aprovechar los nuevos hábitos de consumo o, por ejemplo, el turismo. Los otros reivindican el comercio tradicional de proximidad, donde predomina el servicio y la atención personalizada ante los precios que suelen ser algo mas elevados. Pero, claro, existe una realidad: todos queremos comprar más barato, mejor y con más facilidades. Ahora bien, el final de este debate está escrito o, mejor dicho, es un hecho en el país del consumismo, espejo del mundo capitalista. Estados Unidos es el mundo del crédito, siempre puedes comprar incluso por encima de tus posibilidades reales. La mayoría de estados promueve el comercio libre en su máxima expresión y los clientes lo viven con tal devoción que algunos hacen sus compras en la madrugada y, por supuesto, los domingos. Eso sí, la mayoría del pequeño comercio en los centros urbanos sigue horarios aunque con mucha flexibilidad. Los detractores consideran que han de existir ciertos días de ocio que no estén ligados a las compras, entre ellos, el descanso dominical generalizado. Los promotores abogan por la libertad de acción, cada uno puede comprar lo que quiera en cualquier momento y las limitaciones no son buenas para la economía de mercado. Sin embargo, nosotros vivimos en un Estado social donde la regulación es una barrera de entrada, pero se está minimizando a medida que la economía neoliberal y la obsesión por la competitividad se imponen en este viejo continente.
En definitiva, el mundo del comercio está cambiando tan rápidamente como los consumidores. Los diferentes formatos de tiendas atienden a necesidades diferentes, cada uno tiene su espacio o momento de consumo. La supervivencia no viene vinculada a establecer un proteccionismo legal excesivo a través de los horarios que se puede romper en cualquier momento, sino en especializarse y dar un valor, más allá del producto, al consumidor final. Esta transformación enfocada a vender servicios es el gran desafío.