Todos conocemos a algunas personas excesivamente ocupadas. Viven cargadas de trabajo, corriendo y dicen constantemente “no tengo tiempo”, “me faltan horas” o similares… Ahora bien, será que saben el valor de su tiempo. La realidad es que nadie se suele hacer este tipo de preguntas conscientemente.
Curiosamente, el tiempo es el bien más democrático que existe porque todos disponemos, en principio, del mismo: años, meses, días, horas… y no es renovable. La gran paradoja es que aunque para todos es igual, nadie lo utiliza de la misma forma y le da el mismo valor.
Los griegos usaban dos palabras para representar el tiempo: Cronos y Kairos. Cronos es el tiempo cronológico o secuencial. En cambio, Kairos representa un lapso indeterminado en que algo importante sucede, es el momento transcendental. Mientras cronos es el tiempo cuantitativo, kairos es el tiempo cualitativo. La mayoría vivimos en el tiempo cronos con sensación de urgencia y de no llegar a cumplir. En cambio, el tiempo kairos, es estar centrado para que algo significativo ocurra en un periodo de tiempo más abstracto.
El tiempo simplemente transcurre sin poder hacer nada para modificarlo, cambiarlo o detenerlo. Sólo contamos con el presente en que vivimos y, es muy efímero. Ahora bien, como decía Fraisse, el tiempo es subjetivo. Lo que nos gusta pasa más rápido y lo que no nos gusta parece eternizarse. El gran peligro es poner en segundo plano lo que nos disgusta y retrasarse indefinidamente. Sin embargo, la esencia de la administración del tiempo no está en vigilar nuestro reloj cronos constantemente o en hacerlo todo en el menor tiempo posible. Lo verdaderamente importante es asegurarnos que nuestras actividades diarias están relacionadas con nuestros sueños a largo plazo, porque si no, no los conseguiremos.
Cuando contemplamos algo de valor siempre se piensa en el dinero y los bienes materiales. Pero el verdadero bien que tiene un valor incalculable es el tiempo. Aun así, la importancia que se le otorga a este recurso imprescindible parece mínima. Todos nos dejamos llevar por una inercia marcada por la rutina que nos mantiene ocupados, sin saber, a veces, adónde vamos.
Para un homo economicus, el tiempo es el valor mas preciado. Cualquier operación incluye la variable tiempo. Es un gran valor que no tiene un precio definido, sólo el que tú le das. Tenemos que parar y reflexionar sobre nuestro tiempo para poder utilizarlo lo mejor posible. Más kairos, menos cronos.