El viernes 20 de febrero Yeny, una mujer de 57 años, de Zaragoza, utilizó el muro de Facebook para publicar una foto suya de los años 80, junto a un niño de 2 años de edad. Yeny contó en la red social que entonces colaboraba con algunas guarderías de Zaragoza en la que recalaban pequeños que eran tutelados legalmente por la Administración. En uno de esos centros infantiles acabó el niño de la foto. Se llamaba Francisco. Se lo habían encontrado en un piso, atado a una silla, llevaba tres días solo y no paraba de llorar. Un día Yeny y Francisco se conocieron y la cosa acabó con el pequeño agarrado a la falda de la chica y ya no hubo manera de separarlo de ella. Poco tiempo después ella consiguió llevárselo a Francisco en régimen de acogida. Lo cuidó y lo educó como el hijo que no tenía. Así convivieron hasta 1986, durante cuatro años, momento en que la Administración decidió que ella no podía adoptarlo al ser soltera. “Me lo arrebataron. Yo lloraba y él se daba cabezazos contra la puerta gritando mi nombre”, contaba Yeny.
Durante muchos años esta mujer intentó localizarle. Sabía que se lo habían llevado a una localidad riojana, a Alfaro. Estuvo durante semanas acudiendo allí, a las puertas de los colegios. Hasta llegó a contratar a un detective para dar con él. Pero nada, sin resultado positivo; hasta que el paso del tiempo le hizo desistir, sin olvidar nunca a aquel pequeño, al que quería como a un hijo. El pasado 20 de febrero Yeny lanzó un mensaje a través de Facebook, por si alguien, desde cualquier lugar de España, podía orientarle acerca del paradero actual de aquel pequeño Francisco, al que abrazaba en la foto. Y Yeny recibió decenas, cientos, miles de mensajes en pocos días. Uno de ellos resultó ser el de la hermana biológica de Francisco, que, ahora ya convertido en un hombre, residía en Logroño. El sábado 14 de marzo, tres semanas después de lanzar su mensaje de petición de ayuda, Yeny volvió a abrazar a Francisco, en un reencuentro que puso fin a 30 años de separación física, que no emocional. Él le contó que, después de aquella terrible despedida forzosa de Zaragoza, fue adoptado por una familia maravillosa, unos padres que le criaron como un hijo más. Eso sí, jamás había olvidado sus primeros años con aquella otra “madre” que había tenido en Zaragoza.
Yeny cuenta, sobre su vida a lo largo de estas tres décadas: “He tenido tres hijos, a los que siempre les he hablado del niño y les he contado lo afortunados que eran de tenerlo todo. Fue tan grande el amor que sentí por él que nunca le olvidé. Lloré mucho por él y durante muchísimos años se ha llevado un beso de buenas noches virtual”. Ahora Yeny y Francisco pueden recuperar una historia que parecía truncada para siempre. Y todo ello gracias a la fuerza de las redes sociales. Por esta vez, Facebook me gusta.