Hace unos meses leí en la prensa que uno de los mejores fanzines de España cerraba. La noticia se refería a El Naufraguito. Viendo como está la sociedad, casi puedo asegurar que a pocos lectores les sonará este peculiar nombre. La vida cambia muy rápidamente y el trabajo artesano, el humor y la imaginación desbordada de su creador Ceferino Galán no es algo que se valore en estos tiempos.
El Naufraguito, dice su página oficial, es el Boletín Oficial de la Isla Naufragio, pero ¿existe esa isla? La Isla Naufragio no existe, contesta él mismo. Existe su necesidad y ha sido creada para hacer más llevadero el desastre. Luego, aconseja que los niños y los adultos no lean El Naufraguito, ya que sus informaciones son ambiguas y desorientadoras. Entonces, ¿qué razón tiene de ser?: “Quien tiene corazón necesita coraza y los que han sido bombardeados necesitan blindaje”, contesta a su pregunta. Si necesitamos saber más, Ceferino nos remite a la Historia Oficial de EL NAUFRAGUITO que comienza así: “Hace muchos años estuve haciendo el servicio militar en la Capitanía General de Palma de Mallorca, que estaba en el Palacio de la Almudaina, frente a la catedral. El comedor y los dormitorios los teníamos en ‘Bóvedas’, así llamábamos a un recinto que estaba por allí cerca, en la muralla que está debajo de la catedral. La parte superior de esta muralla era un paseo abierto al público y los soldados estábamos en la parte inferior. El caso es que una tarde, estando en este recinto, me cayó encima un cuaderno de 26 páginas en las que un hombre había escrito su vida. Miré hacia arriba y no vi a nadie. El cuaderno empezaba y terminaba con ‘Yo soy quien soy y no me cambio por nadie’ y era un relato pormenorizado de su vida y sufrimientos que eran muchos. Terminaba bien. Me imaginé al autor del cuaderno como un náufrago que había llegado, victorioso y feliz, (de momento) a su isla del Caribe. Yo aún no lo sabía pero este fue el primer náufrago”.
Así nació en 1989 el número 1. Pero antes cuenta que: “En 1987, al compañero Miquel del Grup Taca se le ocurrió publicar un boletín. Lo llamó “El Nàufrag o el rai de la Medusa” (El Náufrago o la balsa de la Medusa) en recuerdo del cuadro de Gericault. Colaboré en algunos números y en 1989 de vuelta de una excursión que hicimos a Port Lligat para ver la casa de Dalí, haciendo caravana en la autopista, me imaginé a Antonio Machín cantando en lugar de su célebre canción “Huérfano, huérfano soy…”, “Náufrago, náufrago soy, yo soy el naufraguito”, y pensé que estaría bien hacer un anexo a “El Nàufrag” y titularlo El Naufraguito”. Las neuronas de Ceferino Galán han aguantado sin daños aparentes 100 números y a finales de 2014 dejó de publicarlo (el fanzine que muere matando(se)).
En 2003 y 2011 le otorgaron el Premio al Mejor Fanzine en el Salón del Cómic de Barcelona. Ha realizado además libros de artista, como “El libro de la Habana”, “Vacío”, “Derroche de rosas”, “Fascinante”, “Bestiario”, “Pan”, “Las siete miradas”…, y libros de poemas y poesía visual como “No a cuatro” y “La verdad no existe (El libro del valor inútil)”. Colaboró con la directora de cine Celia Galán en los cortos “Cómo dejé de ser un hombre común” e “Historia del desierto”, éste último ganador del 2º Premio en la Cinefondation del Festival de Cannes 2003, así como Mejor Corto en los festivales de Los Ángeles, Toronto, Filadelfia, etc. Ha colaborado también con la actriz y directora de teatro Sonia Gómez en su obra “Natural 2”. Su última participación ha sido en la antología de poemas underground “Poesía para bacterias”.
Pues bien, emplazo a los lectores de LA VOZ a compartir con este autor único, tiempo y espacio.
Ceferino vendrá a nuestra tertulia de El Laberinto de Ariadna, el día 2 de octubre. Será como siempre, en el Aula dels Escriptors de la ACEC, en el Ateneu Barcelonès, de la calle Canuda, 6.
Comenzaremos a las 18 h y sobre las 20 h bajaremos al jardín de la casa: abrazos, amistad, buen rollo, cerveza y risas, en un rincón mágico que hemos hecho nuestro a pesar de los pesares: el Rincón Lorca, porque no todos los días tenemos ocasión de compartir momentos con una familia tan peculiar: Ceferino, El Naufraguito y el Mininaufraguito, el hijo del anterior, que también viene.
Tempus fugit: hay que aprovecharlo.