Tres noticias que implican a mujeres de tres países, uno europeo, otro africano y el tercero en América del Norte me han llevado a diferentes reflexiones.
Empiezo por aquí: “El Constitucional da la razón al farmacéutico que no vendió la píldora poscoital por objeción de conciencia”, es decir, bajo la premisa de que, según él, “la píldora tiene un posible efecto abortivo”, afirmación que es incorrecta desde el punto de vista científico y que él como licenciado en Farmacia debería saber. Pero le puede más su postura moral antiabortista y pronatalidad ya que tampoco vende preservativos en su botica. El problema es que este profesional está vulnerando el derecho de las mujeres, y también de los hombres, a vivir su sexualidad de manera libre y responsable ya que niega la disponibilidad en su oficina de farmacia de productos que la normativa aplicable exige, entre los que están los medicamentos y productos anticonceptivos y contraceptivos. Mi pregunta básica: ¿está por encima su objeción de conciencia con tintes ideológicos y que no recoge la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que el derecho de las mujeres que sí está incluido en dicha Ley?
Y sigo por Marruecos: “La ciudadanía marroquí se moviliza contra el juicio a dos mujeres por llevar vestido”. Aunque el titular es positivo, esconde una injusticia intolerable: dos mujeres fueron detenidas y juzgadas en una población cercana a Agadir por llevar vestidos cortos. Todo lo ocurrido ha propiciado que en Marruecos se abra un debate sobre las libertades individuales, y las protestas y manifestaciones se han sucedido en las principales ciudades del país, incluso las organizaciones de derechos humanos han constituido el lunes 13 de julio, fecha en la que se sabrá el veredicto como el “Día nacional para defender nuestras libertades”. Espero que el dicho “no hay mal que por bien no venga” se cumpla: las chicas sean absueltas y gran parte de la ciudadanía se siga movilizando para que Marruecos sea un país donde cada cual pueda vestir como quiera y las mujeres gocen de más seguridad en el espacio público.
Y acabo en USA: “El Mundial Femenino de Fútbol arrasa en Estados Unidos frente a la indiferencia de Europa”. Parece ser que 26,7 millones de personas se sentaron frente a la pequeña pantalla para ver la final entre americanas y japonesas. Por comparar: el año pasado 26,5 millones de personas siguieron la final del Mundial de fútbol de Brasil, que enfrentó a Argentina y Alemania; y los dos últimos partidos de la final de la liga de baloncesto de la NBA fueron seguidos por unos 23 millones de espectadores. Espero que se importe pronto esta “moda americana” y el deporte femenino se reconozca al fin también aquí, y no solo en popularidad sino en también en oportunidades y