LA VIDA LOW COST

La situación general de la economía y los problemas financieros de muchas familias ha potenciado la vida low cost. Un mundo de bajos precios y fórmulas alternativas de consumo.
En el último estudio sobre “Jóvenes y valores sociales” realizado por el Centro Reina Sofía, los jóvenes describen su situación económica de manera bastante pesimista, un tanto desesperanzada y han asumido que deben revisar a la baja sus expectativas. El principal problema es la existencia de una gran dificultad para poder trazar una trayectoria laboral sobre la que edificar proyectos vitales y ello influye en el consumo. Como no pueden acceder a las vías tradicionales, buscan nuevas alternativas, fundamentalmente a través de las nuevas tecnologías. Todo ello ha propiciado la creación de gran cantidad de empresas, asociaciones y entidades.
El low cost ha llegado a todos los sectores: aviación, hoteles, supermercados, peluquerías, ópticas, restaurantes, gimnasios, clínicas, ocio…, incluso a una de las más tradicionales como es la banca.
Pero desde el punto de vista de los empresarios, crear una empresa low cost consiste en ajustar al máximo todos los costes para no tener que transferir el exceso en el precio final al cliente. Generan los beneficios a través del control exhaustivo de los gastos como eje principal de la empresa. Hacen un ejercicio nada sencillo: descomponen al máximo los diferentes costes que tienen los productos y sus servicios asociados, así bajan los precios, para que el cliente elija qué desea comprar y paga sólo por lo escogido.
En cambio, en el modelo tradicional es el proveedor quien decide qué costes integran el producto que desea vender y te cobra por ellos, aunque algunos no te interesen o nunca los llegues a utilizar. En este modelo predomina el servicio que suele encarecer los productos.
Pero el concepto low cost se ha desvirtuado y no todo lo anunciado como low cost lo es. Muchos utilizan el gancho del precio para vender bajando la calidad del producto. En teoría, todo lo comprado en una empresa low cost ha de tener la misma calidad, la única diferencia es que pagas exclusivamente por lo que compras y, el resto, si lo necesitas, tendrás que pagarlo a parte. Normalmente, pagarás más por los servicios que impliquen tener una persona a tu servicio.

Aunque algunos consideran la vida low cost como una vida en precario. Pero no es cierto, para el homo economicus toda esta competencia entre empresas low cost que se ha generado últimamente, nos abre un sinfín de posibilidades de consumo que, evidentemente, se han de contrastar y saber escoger.