“El que lo tiene todo claro,
o no tiene ni idea o
es un peligro público”
Daniel Innerarity
Sé que me voy a meter en un buen berenjenal con estas líneas…, ya me estoy arrepintiendo y sólo he escrito las primeras palabras de las ideas que me bullen en el cerebro.
He de reconocer que me ha animado a hacerlo un artículo que leí del filósofo Daniel Innerarity hace unos días y también una entrevista que escuché en la radio por la publicación de su nuevo libro*. Quisiera compartir algunas de sus ideas a propósito de las próximas elecciones del 27 de septiembre. Y lo haré aprovechando mi experiencia de escuchar y hacer reflexionar a muchas parejas que sufren disfunciones y conflictos.
Cuando una pareja aparece en la consulta, ha llevado hasta los extremos sus actitudes, de manera que todo es blanco o negro, y la mayoría de las veces la estrategia para resolver el conflicto consiste en que regresen a la gama de grises… Es la misma sensación que tengo ante las posiciones políticas mayoritarias en Catalunya: o eres españolista centralista o catalanista independentista. Parece que no existe nada más…
Otro de los aspectos que intento minimizar en ambos cónyuges es el de que ante determinadas estrategias, uno gana y el otro pierde… Ante la situación que se plantea, no solo en el 27, sino en el día siguiente que será el importante de verdad, el caso no podrá leerse en clave de vencedores o vencidos porque la confrontación continuará independientemente del resultado.
Algunas normas de convivencia en la pareja de nueva incorporación, o incluso la revisión de antiguas, tienen que consensuarse entre ambos, incluso si se llega a la separación… Esto no sucede en las elecciones del 27: ¿son o no plebiscitarias?, ¿se cuentan votos o escaños?
En mi despacho no acepto la utilización del victimismo como táctica por ninguno de los miembros… Desde hace demasiado tiempo escucho de políticos, entre ellos a Artur Mas y a Mariano Rajoy, echar demasiada leña a Madrid o Catalunya respectivamente, sin tener en cuenta que ellos también han sido responsables de esta situación.
Y, por último, intento que mis pacientes no se dejen llevar por las modas imperantes y carentes de racionalidad para solucionar problemas que son internos y emocionales: cambiarse la nariz o dejarse barba no soluciona la falta de atracción sexual en una pareja. Al igual que en política, lo nuevo no es siempre lo mejor y tampoco que en la actualidad solo eres moderno y “pro” si te etiquetas de independentista.
Y acabo con un pensamiento demoledor de Innerarity: “El panorama político está lleno de gente que tiene razón, gente que impugna sin haber comprendido de qué va la cosa y gente que sencillamente se conforma con lo que le echen”. Espero que estos mismos políticos estén a la altura y sean capaces de gestionar la frustración de los días siguientes al 27 de septiembre. Porque lo que necesitamos son dirigentes preparados, conscientes, sinceros y dispuestos a luchar de verdad por los cambios que necesitamos.
*La política en tiempos de indignación, Galaxia Gutenberg. Barcelona, 201