Mi vecino del piso de arriba

Jordi era mi vecino del piso de arriba en esta página de opinión en la que escribo desde hace quince años. Ha sido una etapa muy larga de convivencia, que para mí siempre fue enriquecedora. En Jordi tuve a un vecino pacífico y tolerante. Nunca tuvimos una rencilla. Nunca me llegó ni un ruido molesto ni una voz extemporánea que saliera del interior de su piso. Más bien, al contrario. Desde aquí abajo, siempre aprovechaba –especialmente en los días grises, de nubarrones en el horizonte- para salir a mi balcón, asomarme con medio cuerpo casi en el vacío y desde ahí, desde ese escorzo casi imposible, leía y releía sus artículos de opinión. Ahí encontraba las reflexiones de un hombre sencillo, humilde y trabajador; también las de un historiador de formación, cartero de profesión y político por vocación. De aquella “ropa tendida” de mi vecino de arriba, como si de una lluvia bendita se tratara, me caían mensualmente sus ideales, propios de un activismo difícil de encontrar a nuestro alrededor, en estos tiempos de incredulidad y escepticismo general.
Jordi dejó de ser mi vecino de arriba hace unos meses, poco antes del verano, pero perdiendo a un vecino, gané un compañero de piso. Jordi y yo nos mudamos, junto a otros amigos y amigas, a una vivienda más grande, espaciosa, con muchas posibilidades, con vistas, con más luz y, eso sí, cargada de ruido; pero bendito ruido ese que conforman las voces que se solapan para sumar y construir un nuevo espacio de decisión popular. En esa casa común de MOVEM Castelldefels hemos convivido estos últimos meses; y yo me he permitido la osadía de seguir conservando este espacio de opinión, para no perder el contacto con los buenos amigos que había conseguido durante estos años, asomándome cada mes a este balcón con vistas a la ciudad de Castelldefels.
Han sido muy pocos meses de estrecha colaboración con Jordi, pero han sido suficientes para conocer su bondad personal, su gran capacidad profesional y su habilidad para gestionar un mundo de relaciones complejas como es el hábitat de la política. La larga lista de elogios, nacidos desde el día de su fallecimiento, es interminable. Todos quienes le conocieron coinciden en subrayar su capacidad de liderazgo, su espíritu de lucha y su tenacidad a la hora de conseguir aunar voluntades, siempre para buscar la suma de fuerzas progresistas. Junto a mis compañeros de aventura de MOVEM Castelldefels, he podido disfrutar de su experiencia, de sus conocimientos, y de su ejemplo de dignidad personal y honestidad política. Para todos los que tenemos ahora el reto de asumir su legado, sólo nos queda intentar estar a la altura. A la altura de las circunstancias, de la responsabilidad asumida, y a la altura de la exigencia que nos impone su ausencia. Jordi, vecino, compañero, amigo; cuidaremos de esta casa, en la que siempre estarás presente.