Silvia García, vecina de Castelldefels, es una joven graduada en Geografía e Historia que ha creado un blog denominado ESTA ES OTRA HISTORIA (estaesotrahistoria.wordpress.com). El blog trata sobre curiosidades históricas y su objetivo es acercar la historia a la gente de una manera divertida y amena, así como mostrar que la Historia está muy presente en nuestra vida cotidiana.
Los que somos fans del refranero español hacemos referencia a esta frase para decir al mundo que nos vamos por ahí de juerga. Pero no siempre éste fue el significado de dicha frase.
Quizá la definición que aparecía en el Diccionario de la Academia en la edición de 1791 comience a darnos una idea: “Frase con que se da a entender que alguno, pudiendo aplicarse a cosas útiles y provechosas, se entrega a las inútiles e insustanciales, por no trabajar y por andarse a la briba”.
Lo primero que deduzco yo es que quien le dio este significado no debía de salir mucho de picos pardos. Y si lo hacía, intentó que no se notara.
Los primeros datos que se tienen acerca de dicha expresión datan de los siglos XIV y XV , época en que las mujeres de vida alegre vestían unas faldas en forma de lienzo con una abertura en el centro. La colocaban de tal modo ajustándola a la cintura que el resultado era una falda con 4 picos en sus bajos.
Se decía también que si la mujer recogía uno de sus picos estaba indicando que estaba dispuesta a un “acercamiento”.
De este modo los hombres distinguían a quienes podían hacer una propuesta indecente y a quienes no.
El paso de los siglos no cambió su situación. Llegó Carlos III, sí, ese de la canción de Ana Belén y Víctor Manuel. “Una mañana fría llegó Carlos III con aire insigne se quitó el sombrero muy lentamente bajo de su caballo con voz profunda le dijo a su lacayo: ahí está la Puerta de Alcalá”
Y es que dicho monumento madrileño se construyó bajo su reinado. Pero este ya es otro tema.
A lo que vamos. Fue un monarca inmerso en el despotismo ilustrado, es decir, preocupado por las reformas, especialmente las de tipo más social y se rodeó de personajes destacados de la ilustración como Campomanes, Aranda o Floridablanca.
Entre esas reformas, tomó la decisión de crear una ley por la que imponía a las prostitutas la obligación de vestir faldas de color pardo con los bajos cortados en picos. También se habla de mantos pardos en forma de pico.
Durante el Siglo de Oro la norma fue poner un cintillo pardo en el borde de la falda.
De uno u otro modo, el objetivo era claro: que se distinguieran del resto de “mujeres de bien” y evitar así que algún hombre se acercara a la mujer equivocada en busca de cariño.
Era una de esas cosas que tanto gustaban a nuestros antepasados de marcar a la sociedad según su nivel económico, religión o profesión.
Por lo que se cuenta, esta medida del Siglo de Oro fue bastante aplaudida ya que parece ser que los estudiantes de la época se lo pasaban mejor que los que ahora se van de Erasmus. Que eran muy fans de irse de picos pardos, vaya. Eso sí, no se les puede acusar de no rendir en sus clases ya que a muchos de ellos les debemos la mejor etapa cultural de España.
En definitiva, y a modo de resumen: irse de picos pardos era irse con prostitutas (así, claramente).