¿Brindamos?

ESTA ES OTRA HISTORIA
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Por: Silvia García

Si hay un mes en el que brindamos sin parar, por todo y con todos, ese es diciembre.
Vayan preparando su brazos porque nos esperan cenas de empresa, amigos, familia…destacando por supuesto las navidades al completo: Nochebuena, día de Navidad, Fin de Año, Reyes…un no parar.
El gesto de brindar siempre es algo que hacemos con alegría y en momentos felices, y eso ya es un buen motivo para seguir haciéndolo.
Pero ¿y si este año además supiéramos por qué brindamos y de dónde proviene la palabra brindar?
El primer gesto que relacionamos con un brindis lo encontramos en la Antigua Grecia. Los señores de las clases más altas realizaban copiosos banquetes a los que acudían numerosos invitados. El criado servía el vino a todos por igual en sus respectivas copas, y el anfitrión alzaba su copa y bebía de ella mostrando así al resto que podían beber sin miedo a ser envenenados.
Era una muestra de confianza y amistad hacia sus invitados. Cierto es que algunas veces el anfitrión, por confiado, era el primero y el único que bebía. Pero la intención era buena, qué duda cabe.
Y es que pensemos que, durante muchísimos siglos, la manera más habitual e incluso la más sencilla de acabar con el enemigo era a través del envenenamiento.
Y por ello mismo surgió también el gesto de chocar las copas. En esos famosos banquetes de multitud de invitados, en los que no siempre todos los comensales eran amigos, se decidió chocar las copas fuertemente mezclando así la bebida de unas y otras copas. De este modo, si había veneno todos lo ingerirían. Mostraba de igual modo la intención del anfitrión de que se confiara en él y en sus buenas intenciones para con ellos, como dirían en la época. El protocolo actual dice que no deberíamos chocar las copas, sino solamente hacer el gesto de acercarlas. Pero es más divertido esa escandalera que se forma de copa con copa y que da origen a la onomatopeya de ¡chin chin!
Que no se choca así porque sí, que todo tiene un porqué.
Seguimos con los banquetes abundantes.
En ellos se brindaba chocando copas con la intención de que los sirvientes o criados lo escucharan y acudieran a servir más vino. Respecto al sonido que produce un brindis, existe una curiosa leyenda:
Dionisio, dios griego del vino, invitó a un banquete a sus dioses y a los 5 sentidos. Todos disfrutaban del vino: el gusto notaba el sabor el su paladar, el olfato disfrutaba de su olor, la vista de las tonalidades que ofrece…pero ¿y el oído?
A raíz de esto, Dionisio ordenó que desde ese momento cada vez que hubiera una celebración se chocaran las copas para que el oído se deleitara con la sintonía que formaban. Todo un detalle.
Caso distinto fue el de Baco, dios romano del vino. El ruido que provocaban las copas se realizaba para sacarlo del estado de adormilamiento en el que solía estar debido a tanto vino, y que pudiera proteger como era su labor.
El origen del brindis sería a raíz de todo lo explicado, pero ¿la palabra “brindar”? Pues fue en el siglo XVI, un 6 de mayo de 1527, las tropas de Carlos V tomaron y saquearon Roma. Para celebrar la victoria sobre el enemigo, los mandos militares (muchos de origen germano) llenaron sus copas de vino y las levantaron diciendo “bring dir’s”, que significa Yo te lo ofrezco.
Con el tiempo, la expresión fue acabando en la actual palabra brindis.
Es por esto por lo que siempre se brinda para celebrar algo.
¿No me negaréis que es una historia maravillosa para contar en cualquier cena estas navidades? Entre brindis y brindis…