Resumiendo

En uno de los muchos resúmenes del año que se hacen por estas fechas, leo que 2015 ha sido un buen año de recaudación mundial en los cines; se ve que hemos ido bastante más que los años anteriores y que nos hemos dejado parte de nuestros presupuestos en ver películas. Y resulta que ha sido un fenómeno generalizado y que todo el mundo también ha hecho más o menos lo mismo. No sé, no sé, habrá que preguntarle a nuestro experto de “Fuera de campo” en cuestiones financieras a ver si la noticia es realmente cierta o guarda alguna de esas trampas tan habituales que, sin decir mentiras, hacen que las verdades no sean tales. Consulto y os digo.
Lo que sí es cierto es que estas semanas han sido las de “Star wars”, en este caso la séptima entrega, con el añadido de “El despertar de la fuerza” y bajo la batuta de J.J. Abrams, aunque (qué duda cabe) bajo la sombra alargada de George Lucas.
Hay que reconocerle a la producción el mérito de haberse convertido en un acontecimiento mundial, sin duda; pero hay que atribuírselo no solo a la película sino a toda la maquinaria que se ha desplegado antes, durante y después de su estreno. Pocas veces se ve una campaña de promoción tan bestialmente orquestada y tan efectiva: hubo un momento en el que incluso los noticiarios más “serios” sucumbieron al fenómeno y la película se convirtió en portada y primicia de prácticamente todos los medios del mundo; en el momento del estreno, sesiones de días anteriores a las doce de la noche para satisfacer el hambre de galaxia de los más freekies y para rematar, una oleada de merchandising justo en época de papás noel, reyes y otros portadores de regalos… en fin, una jugada perfecta, cara y muy, muy rentable.
No soy muy amigo yo de las historietas de Georges Lucas y nunca me han parecido nada del otro mundo. He visto las tres primeras entregas, las que se hicieron primero quiero decir, y las otras tres que son anteriores pero que se hicieron después no me han interesado y las he ojeado en televisión, pero no han logrado atraer mi atención. A mí, la verdad, es que eso del lado oscuro, de ser o no tu padre, de ejércitos de soldados blancos y naves interestelares en continua lucha siempre me ha parecido cine de aventuras bien facturado y poco más, aunque a razón de los seguidores de la saga seguro que estoy equivocado.
Por si se podía enmendar mi error, decidí ir a ver esta séptima entrega al cine, en pantalla grande y en versión original, que es como se tienen que ver las películas y especialmente algunas, y, en fin, que si quieres arroz Catalina, que no me apunto al club de fans: “El despertar de la fuerza” me parece más de lo mismo (de las primeras) pero con mejor color, mejores efectos y mejor sonido (cuestión de mejora tecnológica). No le veo yo la magnitud a este producto entretenido e impecable que sin la campaña de marketing hubiera sido la delicia de sus fans y poco más. Aunque, claro, que hay mucha gente que quiere saber de antemano lo que va a ver, encontrar en la pantalla el producto que le gusta, ir sobre seguro y sorprenderse con algo de cambio en la forma y algún que otro giro en el contenido; yo prefiero que me sorprendan y que lo que veo sea algo lo más diferente posible a lo que ya he visto, cuestión de gustos y expectativas, sin duda.
Y volviendo al récord de recaudación, pues resulta que sí, que es cierto, pero que hay que tener en cuenta que se habla de dinero, no de espectadores y que las entradas están cada vez más caras (y añadir el plus del 3D) y que, sobre todo, ha entrado el mercado chino que junto al estadounidense supone el 44% de la recaudación mundial. O sea, que si hasta ahora veíamos películas del gusto yanqui, a partir de ya nos las vamos a tragar como les gustan a los chinos. Que nadie se rasgue las vestiduras, con estirarse un poco los ojos bastará.