Todos somos conscientes de que el ahorro es un hábito muy importante en las finanzas personales pero, a la vez, todos consideramos que es muy difícil de practicar. Esta es una de las paradojas contra la que lucha el Homo Economicus que llevamos dentro. Las personas suelen tener muchos argumentos para no ahorrar: el sueldo es muy bajo, la vida está muy cara, cada día tengo más necesidades…y tantos otros que escuchamos continuamente. A pesar de que la mayor parte de estos argumentos son realmente ciertos, no debemos obviar que la clave de las finanzas personales no está en la cantidad ganada, sino en la cantidad que se gasta. Ante esta realidad, qué podemos hacer para incorporar esta costumbre de ahorrar en nuestras finanzas. Como en todos los cambios, hay que cultivar pequeños hábitos y repetirlos hasta que se conviertan en habilidades.
El primer paso es saber cuánto tendríamos que ahorrar. Según la mayoría de expertos, se ha de ahorrar alrededor de un 10% de los ingresos mensuales. Y para poder controlarlo algunos invitan a ponerlo en una cuenta separada.
El segundo paso es crear un presupuesto de ingresos y gastos, incluidos los gastos superfluos. Este presupuesto te ayudará a vigilar el estado de tus finanzas y ser más consciente de tu estado financiero real.
El tercer paso sería definir un objetivo para el ahorro. Como ejercicio inicial es conveniente que sea a corto plazo para animarnos y ver qué se puede conseguir. Luego vendrán objetivos a más largo plazo.
El cuarto paso es muy importante porque desvela el cómo. Hemos de considerar el ahorro como un gasto obligatorio. Es decir, el ahorro se ha de poner en el presupuesto como si fuese un gasto y no podremos contar con ello. Conceptualmente, invito a enfocar el ahorro como un “pago a uno mismo”. Para hacer pequeños ahorros en el corto plazo tenemos que evitar decisiones precipitadas y compras impulsivas. Todo ha de estar planificado en pro del futuro donde querremos mantener una calidad la vida. El principal error para no ahorrar es pensar en guardar “lo que sobre”. Una máxima muy útil es que no ahorres lo que te queda después de gastar, sino gasta lo que te queda después de ahorrar. Para adquirir el hábito es necesario disciplinarse y guardar una cantidad fija cada mes. En este sentido, la constancia es indispensable.
Ahora bien, ahorrar es el inicio, pero no es suficiente. Luego deberemos invertir el dinero ahorrado y conseguir una rentabilidad por encima de la inflación. Hay decenas de alternativas en función de la edad, capital y riesgo que queramos asumir.
La verdad es que el dinero es como la salud, no piensas en él hasta que no lo tienes. Intenta seguir estos cuatro sencillos y, a la vez, desafiantes pasos. Buen ahorro.