Me fascina cuando encuentro la palabra exacta que define algo concreto que sé que existe, pero que hasta determinado momento no sabía que tenía nombre. Hace un tiempo me ha pasado con la palabra “HYGGE” y ¡albricias, no proviene del inglés! sino de la lengua danesa, que curiosamente surgió de una palabra noruega que significa bienestar, y parece que se pronuncia algo así como huu-gue.
El hygge son aquellos momentos de sosiego y felicidad producidos al hacer pequeñas cosas cotidianas pero con atención plena. Parece que los daneses crean y disfrutan periódicamente de estos momentos y, por eso, resulta que actualmente son el país más feliz del mundo, según un informe anual de la ONU. El hygge es una actitud que ayuda a aparcar por un momento las obligaciones y preocupaciones y dedicarse un rato a uno mismo o dedicarlo a la pareja, a la familia o a las amistades en un entorno acogedor. Las típicas situaciones hygge para los daneses serían, por ejemplo, disfrutar de una bebida caliente viendo tu película favorita, una cena relajada en casa con unas cuantas amistades, leer un libro interesante en tu sofá preferido…, todo muy relacionado con disfrutar en casa de un rato agradable. Y cada persona puede adornarlo como desee o como pueda, para dar calidez emocional: velas, cojines, comida casera, música…
Aunque puede dar la impresión de que está más relacionado con una climatología fría y reducirse a “sofá y mantita”, es un concepto más amplio y adaptable también a una terraza en verano o una hamaca a la sombra, y a concederse determinados premios no materiales, sino más afectivos. Eso sí, combinado con una estricta dieta digital, es decir, centrándonos en la conversación que estamos teniendo con las personas que nos acompañan, en el libro que leemos o en la película que visionamos, y no en la entrada del último mensaje de WhatsApp o en el timeline de Twitter.
Llevo años recetando esta actitud a mis pacientes y me alegra haberle puesto nombre, aunque seguramente algunos daneses pondrían pegas a mi adaptación mediterránea, pero imagino que forma parte de mi profesión: identificar y promover estrategias que nos ayuden a ser algo más felices tantas veces como sea posible y con pocos efectos secundarios negativos. Y si además tiene apellido nórdico, me merece más credibilidad y me genera confianza. Así que espero que mis lectoras y lectores se consientan durante este año momentos hyggeligt y ensayen una actitud en general más hygge.